Instantánea del workshop «Orienta», realizado en Málaga. Vista lateral de un grupo de personas, con y sin discapacidad, sentadas en una sala o auditorio. Una mujer sostiene un micrófono y parece dirigirse al resto de las personas durante su intervención. A su alrededor, todo el grupo presta atención.

WorkshopOrienta: Nuevas miradas en la orientación escolar, para la infancia y contra la segregación

Resumen: Un encuentro de trabajo que pretende la comunicación igualitaria de dos colectivos (profesionales de las escuelas y familias con hijos e hijas escolarizados), con el objeto de realizar una evaluación preliminar de la experiencia de la orientación en las escuelas del estado español, que tienen que ser inclusivas. Para ello se convoca a un día intensivo de asambleas, exposiciones y talleres a personas implicadas en la inclusión educativa, que finalizará con líneas estratégicas para seguir trabajando por la transformación necesaria de las escuelas.

El WorkshopOrienta es un encuentro de trabajo celebrado en la Universidad de Málaga el día 24 de febrero de 2018, con la pretensión de establecer una comunicación igualitaria de dos colectivos (profesionales de las escuelas y familias con hijos e hijas escolarizados), y el objeto de realizar una evaluación preliminar de la experiencia de la orientación en las escuelas del estado español, que tienen que ser inclusivas. Para ello se convocó a un día intensivo de asambleas, exposiciones y talleres a personas implicadas en la inclusión educativa, que finalizaría con líneas estratégicas para seguir trabajando por la transformación necesaria de las escuelas. De hecho, este trabajo ha sido germen de muchas acciones desarrolladas a lo largo de los años siguientes por diferentes personas y colectivos.

El Workshop no fue un curso ni un congreso. No fue concebido como un evento al que unos asisten como oyentes y otros exponen. El WorkshopOrienta fue un encuentro de trabajo colaborativo, en el que Fue un encuentro presencial, pero también hubo un papel fundamental desarrollado a través de quienes no pudieron participar físicamente. El encuentro estaría dividido en sesiones plenarias (asambleas) y talleres por grupos en las que se desarrollarían las líneas generadas en las asambleas. Las sesiones plenarias fueron transmitidas en directo en streaming, por lo que todo el mundo que lo deseó pudo seguir lo que en ellas ocurría, excepto en los talleres. En encuentro llegó a ser trending topic en Twitter gracias a toda esta participación.

Cartel de 'Workshop Orienta: Nuevas Miradas en la Orientación Escolar'. Accede a la descripción completa en el texto que acompaña.
Dossier del Workshop

Pero hubo algo más. Durante las semanas previas al encuentro, tras una convocatoria abierta, se fueron generando y publicando videos de unos 3 minutos en los que las participantes esbozaban sus historias de escolarización, y contaban un dolor y una alegría asociados a ella, describiendo el papel jugado en ella por la Orientación. Quisimos que el dolor y la alegría, que tienen nombre y apellidos, tuvieran espacio en el encuentro, porque necesitamos saber qué viven el alumnado, las familias y los profesionales en las escuelas.

De esta forma, las personas no asistentes generaron el contexto del propio encuentro presencial, y participaron a través de twitter en las sesiones de trabajo. Las sesiones fueron extraordinarias.

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(Suena la canción Centro , de Pedro Pastor)

Audiodescripción [AD]: Créditos iniciales. Dedicado a todas esas personas que desean cambiar el mundo. Por una escuela inclusiva.

La cámara enfoca la mirada de varias personas jóvenes, seguido de una toma desde el interior de un coche en la autopista, dirigiéndose hacia Málaga.

Voz 1 (v.o.):— Va a venir gente de muchos sitios: familias, orientadores, personas que tienen cosas que decir, que han vivido y sentido en sus pieles las secuelas de la escuela.

Audiodescripción [AD]: Vista posterior de una persona de cabello largo y castaño que se dirige hacia la entrada de la Facultad de Ciencias de la Educación en la Universidad de Málaga. Al entrar, la cámara se detiene en el vestíbulo, donde hay algunas personas.

Voz 1 (v.o.):— Pero, ¿y qué puedo hacer yo allí?

Audiodescripción [AD]: La secuencia comienza en un aula o sala vacía de la universidad, con una mesa central y sillas para las personas asistentes. La sala se llena, rápidamente, de personas que asisten al workshop, muchas de ellas tomando asiento.

En primer plano, Nacho Calderón se prepara, organizando sus papeles en una mesa. A su lado, una persona adulta parece observarlo. La escena alterna con tomas de los asistentes interactuando entre sí.

A continuación, se muestra un primer plano de un juego de letras de colores sobre un fondo blanco. Las letras se van reordenando para formar las palabras ‘Juego', 'Emoción', 'Unidos', 'Constancia', 'Arte', 'Mirada', 'Ser', 'Personas' y 'Un mismo lenguaje'. Finalmente, las letras se juntan formando un corazón.

La secuencia continúa con una serie de escenas rápidas que ilustran las siguientes palabras clave de la canción de fondo, visibles en pantalla: 'Siguiéndote', 'Libertad', 'Poder', 'Abrir las puertas', 'Invitar', 'La humanidad más animal', 'La mente abierta', 'La piel dispuesta', 'Las alas puestas'.

Entre las escenas:

  • Primer plano de rotuladores sobre una mesa cubierta de papel blanco.
  • Jóvenes jugando con globos y las palabras.
  • Planos detalle expresivos de jóvenes haciendo muecas.
  • Una niña con un globo rosa.
  • La palabra 'juntas' formada por letras de madera de varios colores.
  • Planos de jóvenes corriendo, mostrando una tiza, jugando a la rayuela, compartiendo abrazos y sonrisas.
  • Un dibujo hecho con rotulador de figuras dándose la mano.
  • Un campo de margaritas.
  • Una persona adulta con una joven a caballito sobre su espalda.
  • Vista inferior de una persona joven bajando unas escaleras saltando.
  • Primer plano de una joven apoyando su cabeza en la de un perro.
  • Jóvenes sentadas con globos y snacks, pintando o escribiendo mensajes de inclusión.
  • Las palabras 'todos, todas' formadas por letras de madera de varios colores.
  • El cielo, despejado con ligeras nubes.
  • Primer plano de alguien formando la frase «Escuela inclusiva» con letras de papel.

Finaliza la secuencia con un efecto visual de rebobinado rápido, que muestra todas las escenas en sentido inverso, terminando en las personas que aportan sus testimonios.

(Melodía suave de piano)

Persona 1:— Me llamó la orientadora del centro para decirme que, claro, lo ideal sería que el año siguiente repitiera porque «estos niños»… Frase mítica donde las haya. Creo que me la voy a poner de epitafio en mi tumba: «Aquí yace la madre de uno de estos niños». (Tono sarcástico).

Persona 2:— Siempre creí que una etiqueta, que es lo que les ponen a nuestros hijos, era para ayudarlos a avanzar el máximo, pero ahora he descubierto que no, que la etiqueta es para estancarlos y apartarlos.

Persona 3:— No permito, no lo permito más, que se cuestione la constancia, el trabajo, el esfuerzo y que se les desvalorice.

Persona 4:— Yo rogaría a los Servicios de Orientación que nos dejen ser profesionales en lo que somos nosotros, que es en ser padres de estos niños.

Persona 5:— Esa es la diferencia: la actitud. Los medios son importantes, pero la actitud lo es muchísimo más.

Persona 6:— ¿Qué ha ocurrido para que esos niños que no veían ninguna diferencia entre ellos y su compañero con discapacidad, qué ha ocurrido para que les ignoren y no sientan que forman parte de su mundo?

(Música de piano suave)

Audiodescripción [AD]:— Testimonios de las personas asistentes al workshop se intercalan con primeros planos de jóvenes frente a la cámara, a quienes les pegan etiquetas, como por ejemplo 'Incapaz'.

Persona 7:— Porque mi hijo no existía. No era Nico. Era una etiqueta que ellos necesitaban poner por un trámite administrativo.

Persona 8:— Siempre la queja ha sido: «Tu hijo no es capaz de…»

Persona 9:— La orientación, la educación, en general, son mejorables. Cada uno desde su parcela.

Audiodescripción [AD]: La cámara recorre los pasillos vacíos de la facultad.

Persona 10 (Nacho Calderón - N.C.):— Yo creo que, esta mañana, una de las cosas que se ha hablado es que las AMPAs, por ejemplo, las tenemos dejadas. Y es verdad: las tenemos dejadas.

Persona 11:— La Educación Inclusiva, que es un derecho, eso lo digo yo como abogado, como los que venimos de ahí enfrente [la Facultad de Derecho], es un derecho, pero es un derecho que no se cumple. Que no se cumple.

Persona 10 (N.C.):— Ya está emitiendo en directo.

(Música)

Audiodescripción [AD]: Fragmentos de momentos ocurridos durante el transcurso del workshop.

Persona 12:— Nosotros, y la Administración, los profesionales, tenemos la obligación de que ese derecho se cumpla.

Persona 13:— Que cambie la mirada de ver a personas incapaces, personas con etiquetas, hándicap, dificultades… a ver simplemente personas.

Persona 14:— Habría que cambiar el uso del lenguaje.

Persona 15:— No creo, perdón, por mi trabajo en el diagnóstico sobre papel. Creo en el trabajo diario en el aula, bien hecho.

Persona 16:— Entonces, la única manera de hacernos fuertes es que nos unamos y que la información llegue a todos los padres.

Persona 17:— ¿Qué vais a hacer a partir del lunes los orientadores y profesores? Eso es lo que yo quiero oír hoy aquí. Porque yo ya no tengo claro lo que tengo que hacer.

Audiodescripción [AD]: Primeros planos de jóvenes frente a la cámara, a quienes se pegan etiquetas en diferentes partes de la cara con palabras como 'Torpe', 'TDAH', 'Incapaz', 'Ciega'. A continuación, se retiran, rompen, estrujan o tiran estas etiquetas al suelo con una sonrisa (apreciación subjetiva).

Sobre un fondo blanco, una serie de etiquetas de colores con los textos 'No etiquetaje', 'Inclusión', 'Poder', 'Información para todos y todas', 'AMPA fuerte', 'Capacidades', 'Nuevas miradas', 'Humanizar', 'Unión', 'Justicia', 'No prejuicios', 'Invitar', 'Derechos', 'Cooperar'.

De nuevo, fragmentos de momentos ocurridos durante el transcurso del workshop.

Voz 1 (v.o.):— Pude opinar, pude aprender, pude estar, ayudar, mostrarme libre de expresar mis emociones… He podido hacer tantas cosas. Siendo maestro, profesora, padre o madre, abogado, pedagoga, persona. La educación es lugar de todos, y todos podemos aportar.

('Centro', de Pablo Pastor)

Audiodescripción [AD]: Sobre una pantalla negra, el texto «Comienza el trabajo…».

A continuación, se presentan fragmentos de momentos e intervenciones del workshop. Luego, aparece el mismo coche que se mostró al inicio, de vuelta.

Voz 1 (v.o.):— Ahora nos queda un camino donde seguir avanzando. Seguir construyendo y logrando el cambio social. Donde la escuela sea de todos y para todos. Donde todos los lenguajes, miradas y corazones tengan cabida. Una escuela inclusiva.

Audiodescripción [AD]: Fragmentos de momentos e intervenciones del workshop. A continuación, capturas de menciones del workshop en diversos medios, incluyendo blogs, Twitter e Instagram

Créditos finales. Un mismo lenguaje. Dirección: Ignacio Calderón, Lucía María Parody, María Trujillo. Guion: Esther Polo. Producción: Miguel Moreno, Yolanda Ortega. Cámara: Joaquín Barba, Eva Blancbois. Tema principal: Pedro Pastor, Centro . Música utilizada. Beautiful background, Lightning Traveler, Royalty Free Music (Bensound), Creative Minds.

Participantes: Silvia Abolafia, Silvia Aguilar, Andrea Alfaro, Ana Angulo, Juan Carlos Aquino, Sandra Arjona, Joaquín Barba, Rosario Barea, María Dolores Berenguer, Eva Blancbois, Jorge Bueno, Ignacio Calderón, Alejandro Calleja, Irene Carranza, Hermelinda Casaña, Marian Chasco, María José G. Corell, Sonia Díaz, Beatriz Domene, Esther Domínguez, Susana Fajardo, Diana Farzaneh, Ana Gallardo, Loida García, Macarena García, M. Francisca García, Miriam Valle Garcia, Olga Gave, Maite Gavilán, Cristóbal Gómez, Arasy González, Natividad González, Alicia Gracia, Rafaela Guardiola, Antonio Guerrero, Catalina Herrero, María Elena Jiménez, Belén Jurado, Inmaculada Laguna, Concepción Lis, Lucia Loma, María Luz López, María Victoria López, Marina López, Raúl R. López, María Victoria Lupiáñez, María Cristina Marcos, Antonio Alberto Márquez, Estela Martín, Isabel Martínez, Sonia Mateos, Carmen Mates, Mirela Maximet, Carmen Máximo, José Luis Melero, Karina Milici, Alba Milla, Mirian Miranda, María Teresa Mora, Carmen Morales, Carmen Moreno, María José Moreno, Miguel Moreno, Ascensión Muñoz, Inmaculada Concepción Orozco, Yolanda Ortega, Aleida Orviz, Lucía María Parody, Belén Pascual, Mariano Pastor, Fran Pereña, Águeda Pérez, Susana Pérez, Pedro Piña, Esther Polo, Almudena Prats, Noemí Preciado, Cristina Puyo, Virginia Ramos, María Teresa Rascón, Marta Recarte, Ana Robles, Cristina Robles, Juan Carlos Rodríguez, María José Romero, Rocío Rosas, Paloma Ruiz, Rocío Salcedo, Marta Sánchez, Pedro Sánchez, María Eva Santiago, Miguel Serrano, Ana María Solsona, María Trujillo, Francisco Claudio Urbano, Fernanda Valdés, Aleix Vicente, Juan Antonio Vicente, Manuel Villalobos, Isabel Yagüe, Ainhoa Yáñez, Carmen Zunilda.

Esa rabia era rabia emocionada y tensionada, pero a la vez era una llamada sosegada y relajada al cambio, sin ánimo de ofender, sin espíritu violento.
Íbamos tomando conciencia de colectivo con cada relato y con cada experiencia que se contaba. Al mismo tiempo, iba cogiendo forma la idea de que nuestra condición biológica no es el problema, sino la “excusa” para mantener un sistema que se alimenta con la segregación.

El dolor y la alegría tienen nombre y apellidos

Este conjunto de testimonios fue el dinamizador inicial del workshop. Se trata de una serie de videos breves en los que se esbozan historias reales, con emociones vividas y el papel que ha jugado en ellas la Orientación Escolar. Este conjunto de recursos audiovisuales muestran que ese dolor y esa alegría en las escuelas tienen nombre y apellidos. De esas emociones nacen valiosas reflexiones y acciones.

[Para visualizar los videos, haz clic en las imágenes]

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Hola, mi nombre es Paula y soy mamá de tres niños. Los tres acuden a un colegio ordinario y uno de ellos ocupa una plaza de necesidades específicas de apoyo educativo. El que la ocupa se llama Héctor y tiene un diagnóstico de trastorno del espectro autista. Tardó muchísimo en hablar, y, a día de hoy, todavía le cuesta mucho. Cada vez dice más palabras, pero le cuesta. Sin embargo, está en 2° de Primaria con sus apoyos.

Un apoyo fundamental para nosotros es la cuidadora. Es casi el engranaje fundamental para que Héctor esté en la escuela ordinaria. Pero a nivel académico, por ejemplo, Héctor difiere poco de sus compañeros: sabe leer, sabe sumar, sabe escribir, escribe sus propias historias… Entonces, yo soy consciente de todas las cosas positivas. Incluso Héctor acude, por fuera, a actividades de música, a ludoteca, y todos son capaces de ver las cualidades positivas, y a veces desde los equipos de orientación, yo lo que noto es que lo que intentan transmitirnos es todo lo que ellos no son capaces de hacer, más que lo que son capaces de hacer.

Y yo pienso que habría que potenciar o dar herramientas para superar todos esos hándicaps que tienen, más que contarnos lo que nosotros ya sabemos: que no puede hacer esto, que no puede hacer aquello… Y mucho menos ya, de decirnos: «No son capaces de…» Si él a estas alturas ha hecho todo lo que ha hecho es porque se puede hacer. Y porque tiene un mérito enorme. Entonces, ha contado con dos tutoras extraordinarias. Siempre estamos dependiendo de la calidad profesional que le toque, en cualquier centro y cualquier niño.

En nuestro caso, la suerte ha estado de nuestra parte y no sabemos cómo va a ser el futuro ni nuestro día a día. Lo que tengo muy claro es que no hay ningún centro que no sea ordinario en donde Héctor pueda aprender más de lo que está aprendiendo. Lo que sí que sería una pena sería que le quitasen la posibilidad de estar con lo que es hoy algo fundamental para nosotros, que es el grupo de referencia: esa clase que es un ejemplo de convivencia, que nos da lecciones todos los días, y que es un poco lo que a mí me da energía cada día.

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Hola a todos y a todas. Mi nombre es Susana Ortigoso García y soy psicóloga clínica en una Unidad de Salud Mental que depende del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga. Mi relación con la Orientación Educativa está determinada por la cantidad de niños —cada vez más— que nos llegan a los equipos de salud mental por quejas o problemas surgidos en el entorno educativo. Muchas veces, son niños que ya vienen con una valoración psicopedagógica realizada, en donde se mide todas las dificultades que ese niño presenta a nivel psicopedagógico.

El problema fundamental es que, creo, en respuesta a la época que estamos viviendo, donde todas las cuestiones se están centrando en el cerebro, en cuestiones orgánicas, de neurotransmisores, etc. Las personas vienen ya con la certeza de lo que les ocurre, y esa certeza pasa por siglas diagnósticas. Siglas como son el TDAH, el TEA, el Trastorno Desafiante Oposicional, etc. La preocupación fundamental viene dada porque son diagnósticos que no dicen nada de lo que le está pasando a ese niño, no dicen nada de su sufrimiento. Sí dicen mucho de lo molestos que esos niños pueden ser para los adultos, incluyo a los padres y a las madres, a los profesores, fundamentalmente a los adultos.

Son siglas diagnósticas en las que no se tiene en cuenta la influencia de esta época, la influencia de las crisis de los adultos, las dificultades que existen en el entorno educativo, en el sistema y en las propias escuelas. Son etiquetas diagnósticas que se ponen con base en listados de síntomas, y donde las diferencias se acaban patologizando. Sí es cierto que en estos años he podido hablar con orientadores; actualmente estamos teniendo reuniones periódicas, no todo lo a menudo que seguramente nos gustaría, pero con algunos orientadores educativos. Y sí, es verdad que cuando nos ponemos a hablar del caso a caso, y de qué le está pasando a ese niño, podemos dar un sentido a las dificultades que presenta, y otros caminos se hacen posibles.

Y bueno, fundamentalmente esto. La idea de este encuentro que se va a tener en la Universidad de Málaga me parece fantástica; hace años que sueño con un encuentro a gran escala entre Salud Mental y Educación, y bueno, aquí va mi granito de arena.

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Hola, soy María Luisa, madre de Ángel. Mi hijo nació en los 80 y solo pudo asistir a la escuela ordinaria durante la etapa infantil. Recientemente, me ha llegado la carta de una orientadora, Macarena, cuya reflexión me ha conmovido y reconfortado, quizás porque siempre la soñé y, sobre todo, porque representa esperanza para otras madres.

Este año he cambiado mi rol educativo como orientadora de la etapa de Secundaria a Primaria. Aun en febrero, sigo en un estado de «choque de realidad» con muchísimas situaciones que me han impresionado y continúan haciéndolo. Desde que los niños se incorporan a los tres años, lo hacen desde una ruptura del apego: desde el llanto a un espacio basado en normas absurdas e inflexibles. Se les demandan aspectos para los que no están preparados ni maduros, y ya se incorporan a un espacio hostil que no se ajusta a sus necesidades e intereses. Ellos necesitan movimiento, descubrir, investigar…

Y así se empieza a forjar ese espacio que llaman escuela, donde cada día menos se atiende a las necesidades de los niños, se deshumaniza a las personas y se mercantiliza todo. Y así seguimos, con prácticas basadas en la desigualdad, marcando la diferencia como algo negativo, señalando a los niños que no se ajustan a la norma y con una demanda continua para etiquetar a los niños y que salgan mucho de clase. Así sigue primando la homogeneidad.

Y suma y sigue. Con una Administración mercantilizada, centrada en números y en economía, no en proporcionar recursos adecuados a cada situación. Y un sistema informático rígido, con dictámenes encasillados, categorías cerradas, tipificaciones encorsetadas y unas modalidades de escolarización que, de las cuatro que hay, tres son segregadoras y excluyentes.

Y me encuentro con mentalidades bloqueadas por el miedo. Cuesta mucho trabajo salir de las zonas de confort. Y familias desesperadas porque sus hijos reciban una educación de calidad. La orientación se comprende como un instrumento diagnosticador, y eso nos exige una Administración que no ofrece los medios y recursos necesarios.

Y en todo este maremágnum, no paro de cuestionarme: ¿quién soy yo para emitir dictámenes y juicios? ¿Cómo favorecer espacios y tiempos más integradores y humanos? ¿Cómo modificar los sistemas de creencias para apostar por la idea de que cualquier persona «puede»? Y entro en continuas contradicciones con lo que se espera que yo haga, con lo que debo hacer y con lo que realmente me gustaría hacer. Y así navego en este mar de contradicciones, buscando nuevas islas en las que reinventarnos…

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Hola, soy María Luisa, madre de Ángel. Mi hijo nació en los años ochenta, y su experiencia educativa en la escuela ordinaria se limitó a la etapa infantil. No voy a hablar del dolor que supuso para mí aceptar que la escuela no se adaptaba a las necesidades de mi hijo. En cambio, quiero compartir una anécdota que ilustra la naturalidad con la que los niños aprenden a convivir con las diferencias.

Mi hijo tendría 5 años y aquel compañero 3; era su cumpleaños. Le preguntó a su madre cómo debía entregarle a Ángel su caramelo, si envuelto o desenvuelto. Teniendo en cuenta que a esa edad los niños ya tienen ciertas habilidades manipulativas, su pregunta debió sorprender a su madre. Cuando ella entró en el aula con su hijo y vio a Ángel, se dio cuenta de la situación. Al salir, me comentó, un poco sorprendida, lo que acababa de suceder. Lo que sucedió no era sino uno de tantos milagros que ocurren a diario en las escuelas: niños que aprenden a convivir para estar juntos, que se conocen y quieren hacerlo, que se ayudan y actúan con naturalidad, y cuando tienen una necesidad, piden ayuda.

Me parece que esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar, ni padres ni educadores, para enseñar valores que solo se aprenden con la práctica. Porque la solidaridad, la empatía, la comprensión, incluso esa ternura que muchas veces perdemos con la niñez, son fundamentales para que las personas, los niños, se construyan como seres humanos completos.

Y cuando se excluye a un niño del aula, no solo se comete con él una tremenda injusticia al privarle de un derecho fundamental, sino que también al resto de los niños se les priva de la posibilidad de enriquecerse con la diversidad y de construirse de manera completa. Porque solo somos seres completos cuando nos relacionamos con las personas. Con todas las personas. Gracias, y un abrazo.

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Hola, ¿qué tal? Soy Iris, y soy madre de un niño que tiene 10 años con diversidad funcional, física e intelectual. Se llama Manuel. Está aquí. Siempre hemos apostado por la educación inclusiva, pero ahora mismo Manuel está en un colegio ordinario pero en unas aulas de educación especial. Con lo cual, está cursando en Educación Especial, aunque está en un entorno de colegio ordinario.

La dificultad mayor que yo todavía percibo es tener que elegir entre la parte efectiva, la efectividad de la escolarización de mi hijo, de la enseñanza y el aprendizaje que pueda aportar la escuela a Manuel, y elegir entre el cuidado de su persona, el respeto de él como individuo. ¿Por qué tenemos que elegir? Muchas veces tenemos que elegir, por qué se nos plantea a nosotros mismos, yo me lo planteo todos los días. Yo tengo esa cuestión mía. No intento proyectar esta responsabilidad en otros. También yo me lo cuestiono: ¿por qué tengo que elegir entre la efectividad de que aprenda cosas, de que pueda desarrollarse de una manera eficaz, con respecto a estudios, resultados… y la parte del respeto a su manera de ser? La importancia de las relaciones que pueda generar en el cole, la importancia de ser escuchado, de que pueda participar, o no, simplemente respeto por estar ahí mismo…

¿Cómo podemos construir algo donde ambas cosas sean importantes? Porque yo creo que son importantes. El respeto a su lentitud, a ver cómo él se va expresando, cómo va aprendiendo a comunicarse, cómo se va construyendo como ser. Pero también es importante… el tiempo pasa y él se va haciendo mayor, y demanda aprender cosas, y demanda… ¿Cómo podemos llegar a ese equilibrio? ¿Cómo podemos juntar estas dos necesidades importantes para ofrecer a todos los chavales? ¿Cómo podemos ofrecer estas dos cosas, sin tener que, cuando elegimos una, olvidarnos de la otra?

¡Muchos besos a todos! Chao

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Soy Noelia, la mamá de Manu, de 9 años y con síndrome de Down. Mi experiencia con la orientación… pues nunca he tenido ninguna experiencia positiva. Mi primer contacto con un equipo de orientación fue cuando Manuel entró al colegio, con tres años recién cumplidos, y solo un mes después me llamó la orientadora del centro para decirme que, claro, lo ideal sería que el año siguiente repitiera porque «estos niños» empezaban con 4 años. «Estos niños», frase mítica donde las haya. Creo que me la voy a poner de epitafio en mi tumba: «Aquí yace la madre de uno de estos niños». Entonces, claro, como el mío había empezado con 3, pues necesitaba repetir tres años, porque así era mejor para él, para afianzar conceptos… Pero claro, como no era legal, pues lo ideal sería que estuviera matriculado en 4 años, pero iría con la clase de 3. Yo le dije que no. Que mi hijo, si estimaban oportuno que tuviera que repetir, que repitiera, pero como no era legal, pasaría a 4 años porque yo había decidido que entrara con 3 años. Entonces me dijo: Bueno, tú misma. Tú verás, haz lo que quieras, pero ten claro que cuando llegue a 5 años va a repetir. Llegaron los 5 años, se cambió el equipo de orientación y el equipo de orientación estimó que podía pasar a 1°.

En 3° nos encontramos con un tutor, que no tenía… Vamos, para esto necesitaríamos el metraje de “Lo que el viento se llevó”, para hablar del tutor en cuestión. Me pasaba más tiempo en la oficina del orientador que en mi casa. Y cada vez que iba, al principio de curso, todo eran buenas palabras, yo llevaba razón en todo: efectivamente, esa persona no era adecuada para mi hijo, lo trataba como no debía ser, lo trataba como a un mueble más en el aula… Mi hijo estaba manifestando comportamientos disruptivos que nunca había manifestado con cinco años por culpa de que esta persona no lo estaba tratando adecuadamente ni lo estaba integrando adecuadamente en el aula. De un día para otro, no sé qué pasó, me dijo el equipo de orientación: «Mira, eso que estuvimos hablando de que era esta persona… No, es tu hijo. Claramente, 'es tu hijo' porque tu hijo, cuando llega por las mañanas, a esa persona la abraza y la saluda».

Entonces, llega un momento en que ya aquella situación era insostenible. Mi hijo estaba siendo acosado por varios compañeros, burlándose de él… “Claro, claro, claro, sí, sí, sí, tienes razón, tienes razón, tienes razón”, pero allí nadie hacía nada. Con lo cual, decidí cambiar de colegio.

Estamos encantados ahora mismo. Es una pena que hayamos tenido que irnos del colegio, pero mi hijo ahora mismo es una persona completamente distinta. Yo, lo único que tengo que decir a los orientadores, a todas las personas que tienen en sus manos parte de la vida de nuestros hijos, es que, por favor, no se les etiquete. Con esa etiqueta, ya se les juzga, se les prejuzga, se les pone una serie de trabas, ¡qué no hay derecho! Porque mi hijo, por tener síndrome de Down, no tiene por qué empezar el colegio a los 4 años, si yo he decidido que empiece con 3. Y porque mi hijo tenga síndrome de Down, no tiene por qué una persona decirme (como se me dijo en una ocasión): “Es que si tu hijo sigue con sus comportamientos disruptivos, vamos a pensar en cambiarle a Especial o Combinada”. ¡Eso no hay derecho! Porque había compañeros suyos con comportamientos hacia él inadecuados, pero como no llevaban la etiqueta, en ningún momento se planteó que debían salir de la escolarización ordinaria. Es lo único que pido como madre.

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Hola, me llamo Mari Carmen. Soy de Ciudad Real y soy maestra. Mi participación en el congreso es para aportar la experiencia que vivo como madre de un chico. Voy a partir del hecho de que se suele etiquetar a nuestros hijos, y con esa etiqueta se justifican los logros y las limitaciones que tienen. Yo veo que en el momento en que nuestros chicos tienen una determinada etiqueta, pues ya con eso justificamos que nuestros chicos no avancen ni alcancen lo que puedan alcanzar o realizar otros chicos.

El dolor que veo como madre es la falta de coordinación y la falta de información que, desde los centros y sobre todo en Secundaria, se nos ofrece a las familias. Es una lucha continua y no nos dan una información clara y concisa para que nosotros podamos participar y hacernos partícipes.

Y bueno, no vamos a terminar con todo negativo. Vamos a terminar con una alegría y la alegría, pues para mí, es mi hijo. Es él, es la lucha, que me ayuda a luchar, a seguir adelante, y es el no sentirme sola. En este camino yo veo cada día que no estamos solos, y es con lo que quiero terminar como positivo.

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Gloria:—

Hola, buenos días. Soy Gloria Chacón y esta es mi hija pequeña Sara, que tiene 9 años y va a… ¿A qué vas?


Sara:—

A 4°.


Gloria:—

A 4° de primaria. Mi experiencia en el colegio es que… O sea, yo leo que es mejor que no salga del aula, que incluso entre en la PT, dentro, con apoyos, pero realmente si el maestro no quiere es… Yo no puedo hacer nada. Es muy difícil. Entonces prefiero que salga, porque si el maestro, el tutor, no la considera una alumna, considera que es algo aparte, que se pasa el día coloreando y escribiendo mil veces la misma página, pues realmente prefiero que esas dos horas salga, porque Sara es una niña, (dirigiéndose a Sara) ¿verdad?, que sabe leer, ¿qué más sabes? Sabes escribir, haces sumas llevando… (Sara niega con la cabeza).

Yo lo que veo es que, cuando el maestro la considera una alumna, ella está muy feliz y le motiva aprender. Porque, por ejemplo, el de música, ella está aprendiendo flauta…


Sara:—

Con Alicia.


Gloria:—

Con Alicia. La de inglés le prepara material y está aprendiendo muchísimo inglés… Entonces ella se siente una alumna más y cuando la consideran algo aparte, pues se aburre. Y que se pase toda la mañana sin hacer nada, pues no me gusta. La orientación del colegio realmente tampoco… Ella hace el horario y si vas a pedirle algo, realmente me siento como una madre pesada, cuando estoy pidiendo las cosas que se tienen que atender, pero no, no me siento en absoluto atendida ni mi hija Sara, por supuesto. (Sara hace el gesto de terminar) ¿Ya no hablo más? (Risas)

Muchas gracias y ojalá, las generaciones que se están formando ahora vean todo esto de otra manera y sepan que, cuando un maestro trata a tu hijo dignamente y lo considera un alumno, le estás eternamente agradecida. El niño aprende muchísimo más, está más motivado. Pero cuando un maestro te aparta, realmente genera muchísimo sufrimiento en el alumno y en la familia.

Muchísimas gracias. ¿Decimos adiós, Sara?


Sara:—

Adiós.

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Nuestra historia aún es muy breve, porque estamos empezando ahora con el tema del colegio. Yo me llamo Carmen, mi hija tiene tres años y se llama Enma. Empezó en el cole en septiembre del año pasado. La búsqueda de colegio fue muy agobiante. Enma, en la guardería, tenía plaza de niña con necesidades educativas especiales, y al pasar al cole tenía que ser en un colegio con aula TEA [Trastornos del Espectro Autista], porque ella lo necesitaba. Con estas circunstancias, las opciones que teníamos para elegir un colegio cerca de casa eran mínimas. Los colegios que tenían aula TEA relativamente cerca tenían todas las aulas ocupadas y fueron unos meses muy angustiosos porque yo fui a un montón de jornadas de puertas abiertas buscando colegio y no había opciones. Lo que nos gustaba no tenía hueco y… Al final, nos surgió la posibilidad de matricular a Enma en un colegio cerca de casa que abría aula TEA por primera vez este curso. Entonces, era un colegio que no tenía formación de ningún tipo, ni el profesorado, ni los profesionales… Todo es como muy sobre la marcha.

Mi hija ha evolucionado bien, ahora está pasando una racha un poco mala, pero sí que es verdad que es un poco angustioso dejarte llevar por los profesionales y ver que… Pues eso, que el colegio no solo es el aula TEA, el colegio es mucho más. El colegio es la profesora del aula de referencia, que tiene que estar formada en autismo, evidentemente, y no estaba formada. El personal del comedor… Es un poco todo. Y concienciar, las labores de concienciación de las familias… Porque tampoco ha sido fácil.

Y bueno… Mi hija entró… Mi hija no habla, de momento es preverbal, pero empieza a decir algunas palabras ahora. La verdad es que como madre cuesta mucho confiar en que ella, las siete horas que pasa en el colegio, está bien y la entienden. Y cuesta mucho trabajo cuando, desde el principio, ya hay tanta inestabilidad, es todo tan nuevo y nadie sabe por dónde van las cosas. Por mucho que te digan que controlan, que las aulas TEA están muy controladas, y que los profesionales que están ahí lo dirigen bien… La verdad es que es muy complicado.

No sé lo que nos deparará el futuro. Ya oigo a otras madres hablar de otras opciones, pero sí que es verdad que en nuestro caso, el primer paso fue muy difícil, muy complicado, y ahora Enma cursará Infantil, y del paso a Primaria ya mejor ni lo pensamos. De momento nos conformamos como estamos y a ver qué tal van las cosas. Gracias.

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Hola, soy Rosa María Conca Pérez, de Ontinyent, de la comarca de la Vall d’Albaida, en Valencia. Bueno, dar las gracias por este workshop de Educación que me parece muy importante. Quería comentar sobre el tema de la formación no obligatoria. Actualmente, estoy cursando un Ciclo Superior de Formación Profesional de Promoción de la Igualdad de Género aquí en mi ciudad y… Bueno, tengo necesidad de apoyos generalizados. Necesito ayuda en la vida diaria, para ir al servicio, etc. Voy en silla electrónica para desplazarme y, cuando empecé a cursar el ciclo, comenté mi situación, que necesitaba apoyo para ir al servicio.

El jefe de estudios y la dirección me comentaron que iban a mirar, que creían que había una ayuda… Pero bueno, el primer año no me dijeron nada más. El segundo año, cuando hice la matrícula, le dije a la directora que hiciéramos un escrito porque, a ver, había pasado un año y nada. Incluso lo redacté yo el escrito y no sé si lo envió tal cual o qué, pero bueno. La contestación cuando yo le pregunté, porque no me había dicho nada, es que le habían dicho que, como era educación no obligatoria, que cómo se le ocurría preguntar eso. Y nada más. He estado estudiando y estoy sacando el ciclo, este último curso, gracias a mis compañeras, que me ayudan todos los días a ir al aseo y gracias a las profesoras y a los profesores, porque me han servido de gran ayuda. Me han dado todo su apoyo, han estado ahí conmigo transmitiendo en las evaluaciones y en las reuniones mi situación. Me han dado margen para que me fuera si estaba cansada, etc.

Y bueno, recalcar que hay profesorado muy consciente y con mucha voluntad, que sí que quiere cambiar las cosas. Pero bueno, la situación de la educación no obligatoria para las personas con diversidad funcional y con necesidad de soportes generalizados está muy mal. Normal que la educación esté tan baja en el sector de la diversidad funcional. Porque no tenemos ningún apoyo ni ninguna ayuda. Si la educación obligatoria ya está mal, pues es que el resto son nulos los apoyos que hay.

Y nada. A todos los maestros y maestras, y profesores y profesoras que estéis ahí, orientadoras y orientadores, todo el colectivo de educación que estáis ahí, que luchéis por la inclusión, que nos coordinemos más, que nos organicemos más, y que tiene que visibilizarse muchísimo y ser una fuerza muy unida para que esto se acabe y sea una inclusión real. Un abrazo a todos.

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Soy Isabel, la madre de Lorea. Lorea tiene 12 años y con cuatro meses y medio tuvo una encefalitis. Su diagnóstico más claro es una pequeñísima parálisis cerebral que le afecta sobre todo en la escuela, en su acceso al conocimiento, puesto que tiene un cuadrante ciego en el lado derecho, y el acceso al conocimiento a través de la lectura se le dificulta mucho. Aparte, tiene una desconexión viso-manual y su experiencia en la escuela fue fabulosa hasta que lo académico y lo conceptual empezaron a tener mucho peso.

Es una niña abierta y comunicativa, y era muy bien acogida por sus compañeros. Cuando lo académico empezó a tener peso, con cinco años repitió. Y yo, siempre apoyada por una estimulación externa en la que me decían que era una niña que podía, que en la escuela ellos tenían la experiencia de que se suelen confundir las cosas, y a veces cuando no saben muy bien qué hacer, enseguida te dicen que no puede. Todo el tiempo insistía en que sí puede, hasta este momento, en el que me planteo que repita 6°, porque lo que me ofrecen la Secundaria es una ACI global.

Yo no admito una ACI global, puesto que yo, que la conozco de cerca, sé que puede. Que es verdad que, quizá, no hace una Secundaria en cuatro años, pero puede hacerla en más tiempo y me indigna profundamente que desde el inicio se le diga: «a ti no te voy a calificar, no te voy a exigir nada, no te voy ni a evaluar, y lo que vayas a hacer, a pesar de tu esfuerzo y de que sí admito que aprendes, no me va a servir». Y entonces estoy dispuesta a ir a la guerra el año que viene, puesto que este año lo que más tranquila me deja es que repita 6° y… después ya veremos. ¡Gracias!

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Hola, mi nombre es Elia Sevilla. Soy maestra de Educación Infantil y psicopedagoga, y he trabajado en España y en Argentina. En Argentina como maestra integradora y en España como PT y psicopedagoga a nivel particular, orientando a niños con dificultades de aprendizaje y necesidades educativas especiales. 

Quería compartir mi experiencia en los colegios, destacando sobre todo la importancia del profe, del tutor, del maestro de referencia o de los especialistas en el trabajo con los niños. Lo más importante y cuando ellos se sentían mejor es cuando eran incluidos en las actividades, cuando se hacían actividades en las que ellos podían participar y se buscaba la forma de hacerlo. Había realmente profesores que lo conseguían superbién, fuera la que fuera la dificultad del niño. Y otros en los que era tu alumno y no se ocupaban de él, y tú tienes que hacerle la clase. Podía ser el aula o podía ser fuera, pero realmente eras tú el que lo diseñabas todo y sin colaborar con el maestro de referencia.

En este sentido, creo que es importante que los profesores sientan a todos los alumnos como iguales y al especialista como un apoyo o una ayuda de un compañero con el que compartir el trabajo dentro del aula. Una buena experiencia de orientación ha sido cuando, como orientadora externa, he podido llegar a muchos colegios e institutos en los que he podido hablar con orientadores muy implicados y que buscaban hacer muchas cosas por los chicos que yo atendía de forma particular. Y cuando quería ponerme en contacto con el colegio, porque me gusta trabajar de una forma coordinada con el cole, con la familia, con el niño… pues he podido acceder a muchos colegios muy fácilmente, y otros no tanto.

Y orientadores muy asequibles y muy implicados, que buscaban un montón de estrategias dentro de sus centros y otros orientadores a los que ni siquiera he podido acceder, porque no se contemplaba la intervención de profesionales externos. La intervención, la coordinación con un profesional externo que estaba atendiendo a un alumno de su centro. También quería contar que ahora estoy en la Fundación UNICAP y que estamos buscando hacer un cole que incluya a todos los niños y que el sueño sea realidad.

Gracias.

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Hola, soy Ramón, padre de Eudald, de 6 años. Os voy a contar un poco nuestra historia. Nuestro primer contacto con la Orientación Escolar fue en el centro de Atención Temprana, que a los tres años nos dijeron —antes de empezar la escolarización— que lo mejor para Eudald era que repitiera guardería y que nos quedáramos un año esperando a que abrieran un colegio de Educación Especial de nueva construcción que estaban haciendo en Reus. Nosotros nos negamos, y finalmente lo escolarizamos en un centro de aquí de Reus de una sola línea. Nos gustó el colegio. Además, uno de sus lemas es lo de escuela inclusiva. Nos convenció, y empezamos.

En P3 muy bien, la profesora que tenía estaba muy implicada, nos animó ella a que le quitáramos el pañal, y funcionó. El control de esfínteres funcionó en dos meses, y muy contentos. Y bueno, en P4 ya empezaron un poco los problemas, porque empezaron a separarlo durante ciertas horas. Ellos dijeron que, como solo tenían dos profesores de Educación Especial en el centro, pues que no podían cubrir las necesidades de todos los alumnos con necesidades educativas especiales. Y lo que hacían es separarlos en un aula, aparte del aula ordinaria, para cubrir sus necesidades. Eso nos pareció fatal. Estamos aún en cada reunión, verificando que los recursos los reciba en el aula ordinaria, con sus compañeros, con su profesora de referencia y, como tiene que ser, creemos nosotros.

Y bueno, pues siempre nos dicen que es cuestión de recursos, que no hay recursos… Y nosotros pensamos que los recursos son muy importantes, pero también… Bueno, pues la actitud del centro que debería tener un plan estructural que favoreciera la inclusión y que todos los profesores trabajaran en equipo, y apoyándose unos a otros, seguramente se cubrirían muchas de esas necesidades que tienen los alumnos. Y luego, desde luego, que si hacen falta recursos, nosotros somos los primeros que lucharemos con ellos para ir a buscar a la administración esos recursos. Pero que la actitud y un plan estructural para favorecer la Educación Inclusiva es vital, creemos.

Y bueno, pues ya está. Esta es nuestra experiencia. Nos hubiera gustado haber estado allí con vosotros, pero no ha podido ser. Mucha distancia, no hay tiempo… Pero bueno, un abrazo a todos y gracias por todo lo que hacéis.

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Hola, mi nombre es Isabel. Soy la madre de Mar, que ahora mismo tiene 18 años. Mar, el día 6 de enero del año 2017, me dijo que abandonaba la escuela, que no quería seguir. Le pregunté: ¿Por qué? Porque la verdad es que la vi muy decidida, y dijo que a ella no la iban a echar de menos, y ella a ellos tampoco, refiriéndose tanto a compañeros como a profesores como a la comunidad educativa.

Aun así, esperamos unos días para comprobar que su decisión era firme y bueno, lo era. A día de hoy, todavía no cambió de opinión. Entonces tuvimos que cubrir un papel para darla de baja y explicar los motivos. Los motivos que explicamos son que… Atribuyendo al entorno escolar la desmotivación de ella y las ganas de abandonar, pues poníamos fin a muchos años de pelea en la escuela. Porque no le podemos llamar de otra manera más que pelea. Cuando salimos de allí, nos fuimos a celebrarlo, de hecho.

Y la verdad es que, desde que abandonó la escuela, Mar es mucho más feliz. Aun así, nosotros tenemos claro que el tiempo que estuvo en la escuela, simplemente por estar, aprendió muchísimas cosas. Por lo tanto, quiero agradecer a todos los que estamos y estáis ahí, en la lucha para que algún día los derechos a la educación sean realmente eso, derechos.

Muchas gracias a todos por esta iniciativa.

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Hola, me llamo Lina y hablo desde Alicante. Aritz tiene cuatro años y medio y tiene síndrome de Down. Nuestra experiencia, a nivel de orientación, ha sido negativa en todos los casos, encontrándonos incluso con situaciones traumáticas y muy duras. La primera fue la valoración en la que hacen el dictamen. Aritz había salido de una prueba médica muy fuerte que te deja muy aturdido, y entonces les avisamos. Aparte de eso, pues bueno, ya salió el dictamen. Nos llaman para firmarlo si estamos de acuerdo o no y explicarnos todo. Nos dicen que lo pasa de chiripa, como si nos hicieran un favor, y les preguntamos si no podemos hacer que él empiece con cuatro años en el aula de tres, y nos dicen que no. Nosotros les decimos que hay gente en Valencia, en Madrid y en otros sitios que sí que lo ha hecho y nos dicen que no. ¿Por qué? Porque no. Ya está. Y se acabó.

La segunda es en el colegio donde estamos porque la profesora no se hace con Aritz. Aritz, todo el mundo se hace con él, es un tío supersociable, y ella todos los días quejándose de que es que no le hace caso. Entonces ya los recursos se supone que los tienes tú, la experiencia la tienes tú… Ya es cosa tuya. Nos prepararon una encerrona en la que entre todos deciden que… a los dos meses y medio de empezar tiene que ir a un aula especial. Nos toca enfrentar esta situación diciendo que… Bueno, que no estamos de acuerdo. Con mucha calma, mucha tranquilidad, y que sabemos por las razones por las que lo quieren hacer, que son logísticas y económicas. Tienen unos intereses que creen que no sabemos, y lo sabemos. Nos toca ir con la asociación, defensor del estudiante… Bueno, lo siguiente era ir a la prensa.

Y bueno, después gestionar todo desde el registro dejando constancia… Al ver cómo reaccionamos, se quedan muy sorprendidos. Y bueno, Aritz se puso malo todo ese año, el tema nervioso lo notó… No se sentía aceptado. Los compañeros sí que fueron geniales, pero la profesora y el colegio no fueron bien. Se explica demasiado breve y es poco tiempo, pero me gustaría que pasaran solamente por un mes de los que pasan nuestros hijos… Están vivos de milagro algunos. No permito. No lo permito más, que se cuestione la constancia, el trabajo, el esfuerzo y que se les desvalorice. No. Porque yo creo que, entonces, deberíamos valorar a todos los niños que entran a la escuela. Todos. Muchos tendrían que ir a un aula especial.

Entonces, la siguiente que tememos, y que estamos muy asustados, y que estamos un poco así… Para el año que viene, que se pasará ya a la valoración que te lleva Primaria. Y lo vemos. Vemos cómo lo están enfocando para llevarle a aula especial. Incluso, pues… Ahora no sé. No sabemos cómo haremos… Pues iremos viendo. A ver qué [pasa].

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Hola, soy Blanca, de Zaragoza. Tengo tres hijos. El mayor, Pedro, tiene 12 años, y hace aproximadamente 11 que Pedro se transformó en un papel. Para la institución educativa es un Trastorno del Espectro Autista. Para la Psiquiatría, está diagnosticado con un trastorno mixto complejo para el que todavía no hemos encontrado el nombre. El día que Pedro se transformó en un papel cambió nuestras vidas. No antes.

A los 5 años yo firmé un papel en el que accedí a que él repitiese curso para evitar la Educación Especial, porque pensé que realmente eso es lo que le convenía. La evitamos, él está en un colegio ordinario, fue pasando cursos, pero al llegar a cuarto de Primaria, ya al principio de curso, me dicen que Pedro va a tener que repetir curso. Yo llevo muchos años buscando una serie de apoyos sencillos, poniéndome a disposición, dando un montón de soluciones que nunca son aceptadas por el Servicio de Orientación porque yo no soy especialista. Poner un cuaderno de rayas en vez de uno de cuadros, o una tablet que no se implanta en clase porque no genere envidias en el resto de compañeros no me parece que sean medios difíciles de conseguir.

Lo que es muy difícil de conseguir es que Pedro, el día que le contamos que tenía que repetir curso, dijo que su corazón se había oscurecido y que nunca más volvería a brillar la luz. Me encantaría decir que mi hijo hoy es un niño feliz, pero no lo es. La repetición supuso un cambio total y una ruptura con sus compañeros, con sus costumbres, con lo que él conocía. Por fin, esos pequeños apoyos van llegando, por parte de los tutores, no de la Orientación.

Yo rogaría a los Servicios de Orientación que nos dejen ser profesionales en lo que somos nosotros, que es en ser padres de estos niños. Yo no pongo en duda el trabajo de un Servicio de Orientación, pero no quiero que el Servicio de Orientación ponga en duda mi papel como madre, ni que me impida ejercerlo. Espero de verdad que esta oportunidad nos lleve a todos a un punto común y que no haya más niños que digan que hoy, su vida, solo es un problema, con más problemas que los demás, o que crean que son un problema para todos los demás.

Muchas gracias.

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Cuando Antón estaba en Educación Infantil, su movilidad era muy limitada y no podía subir y bajar escaleras. Entonces, tenía que recurrir al ascensor en determinados momentos, cuando tenía que trasladarse fuera del aula. Su profesora de Infantil, además, que es la persona con la que yo he aprendido todo sobre educación, quería evitar una imagen muy asumida, extendida, completamente normalizada en nuestras escuelas: que es ver al grueso de la clase, por un lado, con la tutora y al alumno o a los alumnos con discapacidad por otro, con el auxiliar técnico educativo, con el cuidador o la cuidadora. Y quería hacer conscientes a todos que ningún niño de su clase pensara que ella era la profesora de todos los niños, excepto Antón, o que Antón tenía otros adultos que eran responsables de él.

Para ello, siempre evitó que, cada vez que Antón no tenía otro remedio que ir por otro lugar diferente al de la mayoría, fuera siempre acompañado por otros niños. El ascensor era uno de esos lugares. Y como además también se convirtió en un privilegio y la clase de Daniela era el lugar más democrático de la Tierra, todo está regulado con normas. Sin normas que nos igualen a todos y que todos cumplamos por igual, no existe la justicia social. Como se convirtió en un privilegio y no en una obligación, acompañar a Antón al ascensor, y todos querían acompañarle todos los días, pues se establecieron turnos. Un día, se hicieron un lío: normalmente eran 4 compañeros los que iban con él, y aquel día aparecieron 5 en la puerta del ascensor.

Ella les dijo: «Solo podéis ir 4 y sois 5. Os dejo ahí un ratito, que deliberéis, que lo penséis y que decidáis quién es el que se tiene que quedar fuera y tiene que ir por la escalera». Entonces, bueno, los dejó hablando y, pasado el rato, fue a ver cuál había sido el veredicto. Y la portavoz del grupo le dijo: «Ya lo hemos hablado y hemos decidido que el que no puede ir en el ascensor es Antón porque ya va todos los días». A mí, cuando me lo contó, me daban ganas de llorar. Decía que, además, Antón, tan pichi ahí al lado, con carita como de: «Pues tienen razón». Esta anécdota del ascensor es maravillosa y cuenta tantas cosas.

Yo lo que me pregunto es: ¿Qué es lo que ha ocurrido en estos 6 o 7 años, no solo en nuestras escuelas: en nuestras escuelas, en nuestras casas, en nuestros parques, en nuestras calles? ¿Qué ha ocurrido para que esos niños que no veían ninguna diferencia entre ellos y su compañero con discapacidad, qué ha ocurrido para que 7 años después le ignoren y no sientan que forma parte de su mundo? Tengo bastante claro que los niños nacen sin prejuicios, y mi planteamiento es: ¿Qué podríamos hacer para no cambiar esa falta de prejuicios con la que nacen todos los niños y que los niños del ascensor no cambien a lo largo del tiempo?

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Hola, mi nombre es María Luisa y soy profe, además de estar sacándome la carrera de pedagogía. Mi experiencia con orientación escolar es agridulce. En mi caso, cuando empezaron a surgir dificultades en el instituto, desde el departamento de orientación escolar me animaron a que dejara el bachillerato porque, a lo mejor, era muy difícil para mí o simplemente yo no valía para estudiar. Actualmente, tengo un Ciclo de Grado Medio… Me saqué el bachillerato, soy integradora social y me estoy sacando la carrera de pedagogía. Ella, que no valía. Sin embargo, en el caso de mi hermano, se preocuparon de buscar las necesidades que iban surgiendo y de darles una respuesta eficaz que está posibilitando junto con su gran esfuerzo que esté a las puertas de acabar el bachillerato.

El principal problema que yo veo, y la gran diferencia entre un caso y otro, es que hay muchos profesionales que se piensan más eficaces si se dejan los problemas en la puerta, cuando lo que realmente hace a un profesional es su calidad humana. Como futura pedagoga, que posiblemente se dedique al ámbito de la Orientación Escolar, creo que es necesario, desde ya, retirar de nuestra formación paradigmas antiguos, caducados, técnicas y metodologías que lo único que hacen es señalar con el dedo, etiquetar, provocar hándicap, discriminar.

En la labor orientadora y en cualquier labor relacionada con el ámbito socioeducativo es necesario que retiremos completamente las expectativas de la persona que tenemos delante, con la que estemos tratando. Que veamos, a la hora de realizar esta labor, que delante tenemos una persona con mayúsculas, una persona que tiene unas necesidades que satisfacer, y no que hagamos, como se suele hacer, que nos vayamos a lo fácil… Que no nos vayamos a lo fácil, que es ver únicamente una etiqueta que tenemos que clasificar y con la que podemos establecer categorías.

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Nosotros escolarizamos a Silvia en 3 años y estuvo en este colegio hasta los 5 años, es decir, tres cursos. En el primer y segundo curso estuvo bastante bien en ese colegio, porque estaba muy integrada con los compañeros y no tuvimos ningún problema. Pero ya en la clase de 5 años, nos tocó una profesora que la veía como un problema. Entonces, vimos que al final era perder el tiempo estar allí, en esa clase, y descubrimos que el equipo directivo de ese colegio, que hasta ese momento nos había parecido que optaba por la inclusión, no era tan inclusivo como pensábamos. De hecho, nos decían que Silvia tenía que estar en Educación Especial y que no podía estar en Inclusión.

Entonces decidimos cambiarla de centro, para lo cual solicitamos un informe al orientador, al Equipo de Orientación, para poder hacer un desfase en el siguiente colegio, para que se quedase en 5 años la niña. Tuvimos muchísimos problemas con ese informe porque el orientador no hacía su trabajo. En enero, yo recuerdo que firmamos nuestra decisión de cambio de colegio. Bueno, pues desde enero hasta los tres meses que tuvo para hacer el informe, nada, todo eran largas, todo eran evasivas… Además, nos dijo que sí, que estaba de acuerdo en hacerle el informe de permanencia en un sitio y luego de repente se desdijo, dijo que no, que Silvia tenía que seguir en ese centro.

Contra nuestra voluntad, porque teníamos clarísimo que queríamos cambiarla, y todo fueron problemas. Tuve que ir a hablar con la inspección educativa, con su jefe del EOE, para apretarle las tuercas un poco y decirle que hiciera su trabajo, porque de él dependía que pudiéramos conseguir una plaza en el nuevo centro o no. Porque si no, nos quedábamos sin plaza. Pasamos dos meses con muchísimo estrés, porque veíamos que Silvia se quedaba sin centro nuevo, y luego, la opción de quedarse en el anterior colegio no era viable, porque teníamos clarísimo que ahí no podía estar. Los profesionales no estaban por incluirla, por lo menos en la clase de 5 años.

Nuestra experiencia en el nuevo colegio es muy buena, porque desde el primer momento han recibido a Silvia con los brazos abiertos. Es un colegio que tiene un ideario inclusivo, no como el otro. Y por ello, creen que Silvia aporta mucho a la clase, aparte de beneficiarse de lo que son niños sin dificultades, pues también ella aporta mucho a la clase. De hecho, nos lo han repetido desde el primer día: que estaban muy contentos con tenerla. Que apostaban por ella y que iban a hacer todo lo posible por apoyarla en lo que necesite, que es de lo que se trata. Porque Silvia tiene derecho a tener una educación como cualquier otro niño.

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Hola a todos. Mi nombre es Sandra y soy madre de tres niños. Uno de ellos tiene una parálisis cerebral. Se llama Jorge y actualmente está cursando 6° de Primaria. Repitió 4°, con lo cual lleva 10 años en el mismo centro, el centro al que iban sus hermanos y donde están todos sus amigos. La etapa de Educación Infantil fue maravillosa. Tuvo una tutora excepcional, y la acogida por parte de los otros niños también fue extraordinaria.

Las dificultades empezaron cuando pasó a Primaria y Jorge tenía que empezar a cumplir objetivos como el resto de los niños. Y ahí nos empezaron a decir que teníamos que asumir que Jorge tenía una tara. Que lo asumiéramos. Y que no esperásemos que cumpliese los mismos objetivos que el resto de los niños. Por parte del Departamento de Orientación, la verdad es que su contacto con nosotros fue muy escaso. En estos 10 años han pasado 4 orientadores distintos y solamente una de ellas quiso conocer en profundidad a Jorge, y recibir toda la información de los profesionales externos que lo atendían. Les reunió en el centro educativo e intentó coordinar el trabajo con todos ellos. Los otros dos orientadores que vinieron después, pues… nunca vinieron a una reunión. Miento, vinieron a una reunión de tutoría y el actual orientador solamente me llamó por teléfono para decirme que había salido la convocatoria de las subvenciones.

Ha sido una etapa dura. Sobre todo, para nosotros, que no hemos querido que Jorge conociese las diferencias que nosotros teníamos con sus profesores. No hemos cambiado a Jorge de centro, como nos animaba mucha gente, porque no hay derecho a arrancarlo de su entorno social. El trabajo era nuestro. Intentar coordinarnos con sus profesores, intentar que Jorge siguiera progresando… Y todo eso se resume en que Jorge ha tenido un tutor casi cada curso. El último que entraba por la puerta. Lleva dos años con el mismo tutor, y el año pasado, en el segundo trimestre, su tutor nos dijo que creían que Jorge había llegado a su límite, a su techo. Que de ahí para abajo, obviamente Jorge se movía muy bien, pero no era capaz de superarlo. Entonces yo le pregunté si Jorge realmente no era capaz de superarlo o si ellos no eran capaces de ayudarle para que lo superase. Se quedó un poco descolocado y admitió que, a pesar de quedarle poco para la jubilación, estaba dispuesto a recibir ayuda de profesionales externos que trabajasen con Jorge.

Fueron unas palabras muy bonitas que se quedaron en unas palabras muy bonitas. Un abrazo muy grande a todos.

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Buenos días. Soy Maricarmen, madre de Clara, de 16 años. Voy a intentar resumir todas nuestras alegrías y nuestros dolores también, desde la Escuela Infantil hasta 2° de la ESO, que es lo que cursa actualmente. Mi primer dolor fue que una orientadora en la escuela infantil dijera que ella prefería a un niño en silla de ruedas pero inteligente. Yo le contesté que prefería que mi hija fuera feliz. Exceptuando esto, toda la etapa infantil fue muy buena, disfrutamos mucho, tanto en vivencias la niña, como yo como madre, y con muy buena colaboración por parte del equipo directivo y de orientación y de profesores, fuimos felices.

Pero en 1° de Primaria se torció, y ya era un dolor diario escuchar a la profesora decir: «Tengo 24 niños y Clara». A diario, yo hablaba con la orientadora, ya desesperada. Me dijo que ella solo pautaba y que si la profesora no lo quería llevar a cabo, no podía hacer nada. Entonces, no pude más, e hicimos un cambio a otro centro, recomendado por Inspección, y otros tres años muy felices. Pero todo cambió otra vez cuando el equipo directivo y el de orientación tuvo que abandonar el centro; el de orientación por ley, y el equipo directivo por cambios de votación.

Y bueno, durante dos años a la niña no la evaluaron y en 6° de Primaria me llama la orientadora, que no la conoce de nada, y los profesores, que tampoco porque son nuevos ese año, y me dicen que hay un cambio de escolarización, que me lo recomiendan a Especial. A lo que yo me niego y digo que no; por supuesto que no. Comienza la lucha, a hablar con médicos, a hablar con centros, y hay otro cambio, y me toca un buenísimo centro en el que el equipo profesional es estupendo, y la orientadora valora a Clara en condiciones y ve que puede cursar la ESO, la Secundaria, que es en lo que estamos actualmente.

Bueno, seguimos quitándonos piedrecitas del camino, porque son muchas, nos vamos a hacer un castillo con ellas. Y luchando, y nada, siempre adelante. Yo solamente dejo una reflexión: siempre creí que una etiqueta, que es lo que les ponen a nuestros hijos, era para ayudarlos a avanzar el máximo, pero ahora he descubierto que no. Que la etiqueta es para estancarlos y apartarlos. Esa es mi experiencia. Si no hay lucha diaria y continua por parte de los padres, nuestros hijos están condenados a terminar en Educación Especial. Y es un dolor muy grande.

Muchas gracias a este proyecto y a estas jornadas.

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Hola, soy Rocío Sotillos, mamá de Mateo, que cumplió 12 años, y de Carolina, que tiene 10. Quería compartir un poco de nuestra experiencia porque va realmente a la inversa de la mayoría de las experiencias que oímos. Y pensamos que somos afortunados por ello, pero qué pena pensar que sea una cuestión de buena fortuna que dependa de la suerte el que tu hijo esté mejor o peor atendido en un colegio.

Mateo empezó con un dictamen de escolarización de aula CYL, que son las aulas específicas en centros ordinarios, y que en ese momento, bueno, el inspector decía que era una suerte, que tuviera una plaza porque había pocas y mucha demanda, y que ahí iba a tener todas sus necesidades cubiertas. Y lo enviaron a un colegio en el que era un aula de nueva creación, y en el que… Bueno, yo pienso que no sabían muy bien todavía organizarse. Pero en Infantil apenas pisó su aula ordinaria. El primer año bajaba una hora a la semana los dos últimos meses del curso. Hasta entonces, no. Por supuesto, en excursiones, etc., del aula de referencia no participaba.

Como no nos gustaba esa idea de escolarización para nuestro hijo, buscamos otro centro, otras opciones, y cambiamos a un centro. En este caso es un centro concertado ordinario, una cooperativa de enseñanza, y cambió en 1° de Primaria. Y la diferencia, para que os hagáis una idea, es que a la semana de empezar el curso, vino a hablar conmigo la PT, que por supuesto todavía no conocía a Mateo, ni a la tutora… Porque no habían tenido tiempo material, a decirme que en el cole se hacían dos acampadas al año: una al inicio del curso y otra al final, y que la acampada iba a ser en tres semanas. Y yo, obviamente, esperaba que me dijera: «Igual no es conveniente que Mateo venga, porque no lo conocemos o…». Bueno, en fin, lo que te esperas normalmente, que por desgracia es a lo que te tienen acostumbrada. Y vino y me dijo: «Tenemos la acampada y, claro, Mateo viene». Y no me lo preguntó, me lo afirmó. Dando por hecho que Mateo iba, como iban todos los demás compañeros.

Esa es la diferencia: la actitud. Los medios son importantes, pero la actitud lo es muchísimo más. La mirada sobre la persona, sobre el niño, sobre cómo es, y sus características y no su etiqueta, es fundamental. Que cambie de curso, de ciclo, y cambie de tutora, y normalmente tengas preocupación por quién va a ser, si va a entender la manera de ser de tu hijo, y que venga la tutora a decirte: «¡Qué suerte! ¡Qué ganas tenía de que me tocara esta clase, porque está Mateo en ella…!». Esas cosas son las que, de verdad, nos hacen seguir adelante y saber que se puede.

Quiero felicitar por la iniciativa. Creo que esta vía de poner en comunicación a las familias y los profesionales es la única para hacer que todo funcione y crear un futuro y, a poder ser, un presente mucho mejor para la escolarización de nuestros hijos. Un abrazo.

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Gracias por dejarme ver que no estoy loca por creer que sí se puede.

Ecos de un encuentro movilizador

El Workshop “Nuevas miradas en la Orientación Escolar, para la infancia y contra la segregación” no nos dejó indiferentes. Quienes participamos en lo experimentamos como un encuentro muy movilizador. Ejemplo de ello fue la respuesta en la red, así como los textos que se han ido publicando en diferentes webs y blogs. Recopilamos a continuación algunos de estos ecos:

El #WorkshopOrienta fue un encuentro entre profesionales y familias realizado en 2018 en la Universidad de Málaga para pensar juntos cómo hacer escuelas para todas las personas. Desde ese momento, nos hemos ido organizando para tejer redes que hagan efectivo el derecho a la educación inclusiva. Una apuesta por la democratización de las escuelas.

Quienes no tienen voz en la escuela gritaron en este evento. Quienes no pueden moverse, bailaron alegres.
Y así, con la naturalidad con que sucede lo que ha de suceder, el día 24 de febrero se convirtió en el día de la Esperanza. Y allí “me dijeron” que esa escuela que llega tarde para mi hijo, sí lo será para otros, o de lo contrario ¡no será escuela! Y yo, aun sabiéndome ingenua, tengo esperanza.
La metodología propuesta nos permitió construir las propuestas“de abajo a arriba”. Esto es, mediante la participación y colaboración.

Videos del Workshop

Aquí puedes encontrar todos los videos de la sesión, tal como fueron transmitidos en su momento. 

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Decálogo para el cambio

El encuentro finalizó con una serie de propuestas que se enuncian a continuación:
  1. Generar material que facilite que los equipos de orientación puedan enfocar su trabajo hacia prácticas no segregadoras.
  2. Facilitar la unión para hacer valer los derechos: denunciar las prácticas excluyentes al Comité de Derechos de Personas con Discapacidad.
  3. Constituir una Plataforma en la que tengan voz todos los sectores implicados para forzar transformaciones en la escuela común: alumnado, familias, profesorado, equipos de orientación, abogados…
  4. Facilitar procedimientos de participación de las familias y voluntariado en los centros educativos.
  5. Tomar posiciones: implicarse en las AMPAs, las comisiones de Convivencia y los Consejos Escolares.
  6. Forzar el posicionamiento de la comunidad educativa; que nadie pueda ponerse de lado.
  7. Reflexionar como comunidad, para no regresar hacia las prácticas excluyentes.
  8. Creación en las redes sociales de una página en la que todos puedan poner su voz.
  9. Buscar apoyo académico para hacer esta lucha presente ante la inspección educativa.
  10. Generar materiales y enlaces a experiencias inclusivas reales.
Cuántas veces había pensado en ese cambio y ese día lo tenía ahí…

Producciones científicas a partir del Workshop

Publicaciones

Conferencias en congresos científicos

  • CALDERÓN-ALMENDROS, I.; MORENO-PARRA, J.J. & VILA-MERINO, E. (2021). Education, power and segregation. Psychoeducational evaluation as an obstacle to Inclusive Education. Paper presented at World Educational Research Association 2021 Focal Meeting, Santiago de Compostela, Spain. https://hdl.handle.net/10630/22679
  • ALONSO-BRIALES, M., DE OÑA-COTS, J.M. & VEGA-DÍAZ, C. (2021). Lifelong learning for inclusive education. Paper presented at World Educational Research Association 2021 Focal Meeting, Santiago de Compostela, Spain.
  • RASCÓN-GÓMEZ, M.T. & MOJTAR-MENDIETA, L. (2021). Inclusive or exclusive education? A challenge for the Spanish School system. Paper presented at World Educational Research Association 2021 Focal Meeting, Santiago de Compostela, Spain. https://hdl.handle.net/10630/23241
  • CALDERÓN-ALMENDROS, I.; RASCÓN-GÓMEZ, M.T. & CABELLO-FERNÁNDEZ-DELGADO, F. (2021). How to make our schools more inclusive? The case of Spain. Paper presented at Comparative Education Society of Asia (CESA) 12th Biennial Conference. Kathmandú, Nepal.
  • CALDERÓN-ALMENDROS, I. (2022). Involving communities in the promotion of inclusive school cultures. 1st International Conference on Education and Training – Thinking education in transition times, Lisbon, Portugal. https://www.icet2022.pt/en/content/abstracts/abstract-book/abstract-book.html