Cómo hacer inclusiva tu escuela

La Aventura de Aprender

La Aventura de Aprender es un espacio de encuentro e intercambio en torno a los aprendizajes para descubrir qué prácticas, atmósferas, espacios y agentes hacen funcionar las comunidades; sus porqués y sus cómos o en otras palabras, sus anhelos y protocolos.

Este proyecto parte de unos presupuestos mínimos y fáciles de formular. El primero tiene que ver con la convicción de que el conocimiento es una empresa colaborativa, colectiva, social y abierta. El segundo abraza la idea de que hay mucho conocimiento que no surge intramuros de la academia o de cualquiera de las instituciones canónicas especializadas en su producción y difusión. Y por último, el tercero milita a favor de que el conocimiento es una actividad más de hacer que de pensar y menos argumentativa que experimental.

Estas guías didácticas tienen por objetivo favorecer la puesta en marcha de proyectos colaborativos que conecten la actividad de las aulas con lo que ocurre fuera del recinto escolar.

Sin aventura no hay aprendizaje, ya que las tareas de aprender y producir son cada vez más inseparables de las prácticas asociadas al compartir, colaborar y cooperar. http://laaventuradeaprender.intef.es

Proyecto concebido y coordinado por Antonio Lafuente para INTEF https://intef.es. Obra publicada con licencia de Creative Commons Reconocimiento-Compartir Igual 4.0 Licencia Internacional. https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0

Para cualquier asunto relacionado con esta publicación contactar con:Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado. C/ Torrelaguna, 58. 28027, Madrid. Tfno.: 91-377 83 00. Fax: 91-368 07 09. Correo electrónico: lada@educación.gob.es.

Ministerio de Educación y Formación Profesional; Dirección General de Evaluación y Cooperación Territorial. Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF); Recursos Educativos Digitales.

Quién hace esta guía

Colectivo ‘Estudiantes por la inclusión’

Un grupo de trabajo de estudiantes de secundaria de diferentes lugares del Estado que pretende hacer las escuelas más inclusivas, para que tengan en cuenta a todas las personas, independientemente del género, la nacionalidad, las capacidades, el poder adquisitivo de su familia, la cultura y/o etnia, la orientación sexual, identidad de género, etc.

El equipo de estudiantes que ha trabajado en la elaboración de esta guía está conformado por: Alberto Sánchez Montes, Antón Fontao Saavedra, Carmen Manzano Fernández, Darío Calderón Cano, Indira Martínez de Ilarduya, Jorge Osa Fernández, Juan Stefan Marí-Mayans Maximet, Leo Osa Fernández, Malena Calderón Cano, Mariama Samba, Martín Zabaleta Verde, Pablo García Luque, Patricia Fernández Jiménez, Rafael Soto Molina, Yasmina Ennadi El Alami Mouis y Zulaika Hadmed Cortés.

Ignacio Calderón Almendros

Profesor de Teoría de la Educación en la Universidad de Málaga. Investiga los procesos de exclusión en la escuela y la promoción de la educación inclusiva. Entre sus libros destacan Educación, hándicap e inclusión. Una lucha familiar contra una escuela excluyente (Octaedro, 2012), Educación y esperanza en las fronteras de la discapacidad (Cinca, 2014), Sin suerte, pero guerrero hasta la muerte (Octaedro, 2015), Fracaso escolar y desventaja sociocultural (UOC, 2016) y Reconocer la diversidad (Octaedro, 2018).

Luz del Valle Mojtar Mendieta

Profesora del Dpto. de Teoría e Historia de la Educación y M.I.D.E. de la Universidad de Málaga, y Maestra en Educación Infantil. Miembro del Grupo de Investigación ‘Teoría de la Educación y Educación Social’ (HUM 169). Sus líneas de investigación son la educación inclusiva, la experiencia educativa de infancia y juventud en desventaja, y la interseccionalidad.

Florencio Cabello Fernández-Delgado

Profesor de Tecnología de la Comunicación Audiovisual de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga. Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Málaga. Fundador del JER™ (Ranking Jeffrey Epstein de Financiación Universitaria).

Introducción

Esta guía nace del trabajo intenso y prolongado en el tiempo de un grupo de estudiantes de secundaria de diferentes lugares de la geografía de España, que comenzó a desarrollar reuniones periódicas a partir del inicio de la pandemia por el COVID-19, en el año 2020. Estos encuentros se desarrollaron en la red a través de la plataforma gratuita Jitsi Meet con la colaboración de un equipo de investigadores e investigadoras de la Universidad de Málaga, en el marco de un proyecto de investigación.1

El Colectivo ‘Estudiantes por la inclusión’ dedicó todas esas sesiones a reflexionar sobre el modo en que funcionan sus escuelas y a pensar propuestas para hacerlas más inclusivas, siempre partiendo de sus propias voces y demandas, a menudo escasamente atendidas por las instituciones.

Fotografía. Vista posterior de un grupo de jóvenes asomados a una terraza.
De Ignacio Calderón

La conformación tan diversa del grupo ha sido la clave para que las ideas que de él han nacido, cribadas a través del debate sostenido en el tiempo, garanticen que el foco siempre estuviera en la inclusión de todo el alumnado, sin ningún tipo de restricción a ese “todo”. En el grupo hay chicos y chicas de diferente nacionalidad, cultura y/o etnia, con diferentes capacidades, con diversas historias familiares, con niveles socioeconómicos distintos, y variados en cuanto a orientación sexual, identidad de género, etc. Es decir, la diversidad interna del grupo es enorme, y eso ha sido clave para hacer debates que siempre han pasado por el tamiz de distintas formas de opresión y desigualdad. Así nace este trabajo.

La guía bebe de tres grandes líneas de investigación ampliamente desarrolladas por las Ciencias de la Educación y otras Ciencias Sociales.

La primera es lo que se ha venido a llamar educación inclusiva, un proceso que se asienta en la necesidad de hacer una única escuela que evite cualquier tipo de segregación para garantizar que aprendamos a vivir juntos: quienes son separados en escuelas son colectivos en riesgo, ya sea por etnia, procedencia, poder adquisitivo de su familia, discapacidad, etc. Por eso nacen iniciativas como la Alianza por la educación inclusiva y contra la segregación escolar, que aglutina demandas de colectivos como la población gitana, personas en situación de discapacidad o población migrante.

En 2013, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos declaró que “el derecho a la educación es un derecho a la educación inclusiva”. Es decir, estamos hablando de un Derecho Humano reconocido por la ONU, y recientemente incorporado en las dos principales leyes de educación de España (LOMLOE y LODE) como derecho del alumnado.

La educación inclusiva tiene que ver con el deseo de hacer que las escuelas den la bienvenida a toda la población. A toda. Se trata de una celebración de la diversidad humana, que reconoce el valor de las diferencias. Sin embargo, no basta con que estemos juntos, sino que necesitamos hacer que la escuela ofrezca lo que necesita a cada estudiante para que aprenda, participe y obtenga reconocimiento.

Hay dos conceptos fundamentales e intensamente relacionados, que la UNESCO1 define así:

La inclusión es un proceso que ayuda a superar los obstáculos que limitan la presencia, la participación y los logros de todos los y las estudiantes.

La equidad consiste en asegurar que exista una preocupación por la justicia, de manera que la educación de todos los y las estudiantes se considere de igual importancia.”

Fotograma inicial de la película ‘Quererla es crearla’.
Dirigido por ‘Quererla es crearla’ con la animación de Manu Viqueira. Enlace: https://youtu.be/ze1K3X5-NTY

El Objetivo 4 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incorpora estas dos ideas y marca una nítida dirección: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. Por tanto, existe claridad de ideas respecto a la necesidad de hacer evolucionar nuestros sistemas educativos para abrirlos a toda la ciudadanía sin exclusiones. Como decimos, no es sino un derecho humano.

La evidencia científica internacional ha mostrado el valor académico y social de la educación inclusiva para todo el alumnado. A pesar de todo esto, nuestras escuelas todavía no son inclusivas. Aquí entra en juego el valor de esta guía. Como bien afirma una reciente campaña, no basta con proclamar su valor y nuestro deseo de una educación inclusiva, porque los cambios necesarios no van a ocurrir por arte de magia. En este caso, querer la educación inclusiva significa ponerse manos a la obra para crearla.

Y para crear esa educación que deseamos, el alumnado tiene algunas de las principales claves. De ahí las otras dos grandes herramientas conceptuales en las que se apoya la guía:

  • Las investigaciones sobre la Voz del alumnado (Student Voice) para la mejora educativa y el cambio social.
  • Y la Investigación-Acción Participativa Juvenil (Youth Participatory Action Research – YPAR).
  • Ambas corrientes de investigación y acción para fomentar la justicia social en las situaciones que afectan a los y las jóvenes, serán barajadas y mezcladas en estas páginas, con la idea de que sean los propios jóvenes quienes lideren el cambio en nuestras escuelas e institutos.

Estos enfoques promueven la autonomía del alumnado, y propician cambios en lo que se aprende y cómo, las relaciones sociales y la institución en sí. Es nuestra educación la que está en juego, y queremos tomar decisiones en algo que nos afecta día a día.

Así que invitamos a usar esta guía de una forma útil:

  • coged lo que os sirva,
  • desechad lo que no tenga sentido en vuestra realidad,
  • cread todo lo que podáis,
  • y… ¡no olvidéis contárnoslo!

Materiales

Lo que hemos aprendido a través de nuestras experiencias personales, nuestro trabajo como colectivo y lo que explica la literatura científica internacional es que la educación inclusiva se genera, fundamentalmente, a través del diálogo. 

Es el diálogo el que permite conocernos, eliminar miedos y desconocimiento, informarnos, trascender estereotipos, prejuicios y estigmas… Pero sobre todo, el diálogo permite eliminar las barreras mentales, que nos hacen discriminar a otras personas por sus diferencias. ¡Y es gratis! 

Más allá de esta disposición al diálogo y de vuestro tiempo, vamos a proponer diferentes formas de construir proyectos. Por eso, hay una variedad de materiales que pueden ser de utilidad, pero que serán utilizados solo si vuestro proyecto lo requiere. Aquí van algunas ideas: 

  • Móvil: Es un dispositivo muy útil porque puede permitir grabar (videos y audios), conectarse a internet para buscar información, crear grupos de mensajería y redes sociales, hacer fotografías, editar, etc. Y es algo que a menudo llevamos encima. 
  • Ordenador: También permite hacer algunas de estas tareas de edición, navegación, almacenaje de información, creación de documentos, pódcast, bases de datos, etc. 
  • Internet: Las conexiones a internet permiten acceder a un gran volumen de información y aplicaciones, consultar, relacionarse, etc. Siempre hay posibilidades de conexión públicas al alcance del estudiantado en las escuelas y en edificios públicos, como las bibliotecas, universidades, etc. 
  • Guías LADA: Hay toda una serie de guías que preceden a esta que pueden servir para desarrollar alguno de los procesos que proponemos en estas páginas. Explican detalladamente cómo hacerlos. Encontraréis los enlaces a lo largo del documento. 
  • Espacio Web: Tener un espacio web permite compartir avances, invitar al trabajo colectivo, generar redes con otros estudiantes, escuelas e instituciones… Quizá una buena propuesta sea solicitar un espacio de gestión propia en la web del propio colegio, aunque siempre hay opciones de hacer webs de gestión propia sin costes. 
  • Materiales de papelería: Tienen mucha utilidad para según qué actividades realicemos. En general, para trabajar en grupo son muy útiles los rollos de papel continuo, los post-it, rotuladores, subrayadores, cinta adhesiva, tijeras, etc. 
Fotografía. Vista superior de una mano sujetando un teléfono, mostrando en pantalla un joven en videoconferencia.
Luz Mojtar
Fotografía. Plano detalle de una mesa llena de apuntes y notas.
Investigación Acción Participativa (IAP) ‘La Parra’

Pasos

1. Crear un grupo diverso

Hacer vuestra escuela más inclusiva requiere que analicéis cómo es en la actualidad y cómo os gustaría que fuera. Para eso, es necesario contar con las voces de toda la comunidad, y especialmente con las que son menos tenidas en cuenta. La idea es hacer que todo el alumnado pueda aprender, participar y aprobar en ella.

Por tanto, hay que contar con otros estudiantes interesados en promover la equidad y la inclusión. Lo que se pretende es mejorar toda la escuela, y no solo lo que os afecta a vosotros y vosotras.

En esta tarea es necesario que el grupo esté lleno de diversidad, prestando especial atención a quienes no están siendo suficientemente atendidos en la escuela. Por tanto, el proyecto puede empezar por una sola persona, pero el primer paso será encontrar aliados que permitan comenzar a pensar juntos la escuela.

Captura de pantalla de una videoconferencia en la que participan estudiantes.
‘Estudiantes por la inclusión’

¿Quiénes pueden estar interesados? La respuesta más sencilla será encontrar entre vuestras propias amistades. ¿Quiénes de ellos y ellas podrían implicarse en promover cambios? Quizá solo pensarlo os pueda ayudar a conformar un grupo pequeño.

Esas personas, a su vez, pueden proponer otras. Por otra parte, hay personas que suelen implicarse en la política de la escuela, bien sea por reivindicar mejoras, por ser miembros del consejo escolar, formar parte de asociaciones, agrupaciones y/o sindicatos de estudiantes. Es posible que la propuesta les guste.

Una vez habéis pensado en la gente más próxima, es el momento de dirigir la mirada a quienes no conocéis. Para esto, podéis hacer una convocatoria pública que haga reflexionar y que invite a participar en un debate. Por ejemplo, se puede hacer un cartel con una imagen, una frase, una pregunta, etc. que sea suficientemente movilizadora como para generar un debate, y ponerlo en algún sitio muy transitado por el alumnado.

Sería interesante que este primer encuentro se desarrollase en horario lectivo, por ejemplo durante el recreo, aunque según las circunstancias (¡el COVID-19 lo ha liado todo!), quizá esto no sea posible. Tendréis que ir tomando decisiones.

Fotografía. Primero plano de un portátil que muestra Carmen contando sus experiencias escolares en uno de los encuentros.
‘Estudiantes por la inclusión’ | Carmen cuenta sus experiencias escolares en uno de los encuentros
Fotografía. Primer plano de Antón Fontao junto a Indira Martínez en actitud de complicidad.
Luz Mojtar

Otra forma de encontrar a personas que puedan dar perspectivas interesantes para vuestro cometido es dirigirse a quienes están quedándose fuera. Algunas ideas para localizar a gente valiosa serían las siguientes:

  1. Observar con detenimiento el patio durante el recreo. Quizás puedas subirte a una planta superior para verlo mejor. ¿Qué ves? ¿Hay alguien que se queda fuera? Proponerles participar sería genial, porque se trata de personas que quizá estén sufriendo especialmente las barreras relacionales de la institución.
  2. Preguntarnos acerca de quiénes no están logrando aprender bien en la escuela. A menudo se les culpabiliza de todo (de vagancia, de irresponsabilidad, de torpeza, de mal comportamiento, de incapacidad…), pero estamos aprendiendo a pensar que son las barreras al aprendizaje las que pueden estar dificultándoles el camino. Esas personas tienen muchas claves que nos interesan, y es posible que empezar a formar parte de esto les resulte tan gratificante como a nosotros/as.
  3. Una vez hecho esto, ahora volved a pensar: ¿qué estudiantes no habéis contemplado hasta ahora? Quizá en tu escuela haya un aula “especial”, un aula de convivencia, alumnado que no sabe nuestro idioma o que no puede asistir presencialmente porque está hospitalizado… Sería excelente poder contar con ellos y ellas. Puede que os sintáis un poco abrumados en algún momento, pero no dejéis que eso os paralice: la mejor opción en estos casos es pedir ayuda. Seguro que hay algún docente o vuestras propias familias que os pueden echar un cable para contactar, para pensar propuestas, para romper el hielo, para ampliar posibilidades de comunicación, etc.
  4. Una pregunta más: ¿Hay chicos y chicas? ¿Hay estudiantes de diferentes nacionalidades? ¿Y alumnado en situación de discapacidad? ¿Estudiantes de etnia gitana? ¿Hay diversidad sexual y de género en el grupo? Quizá esto mejore vuestra lista de participantes.

Vale, a veces esta tarea no resulta tan fácil. No os preocupéis, comenzad por tareas más sencillas. Podéis comenzar por hablarlo en vuestra propia clase, quizá con la ayuda de algún docente que os pueda ceder un aula. Un debate breve sobre qué os gusta y qué no os gusta de vuestra escuela puede ser perfecto; un cinefórum a partir de una película relacionada con la educación puede ayudar a comenzar a pensar vuestra propia educación. Al final, de este debate debería salir otro nuevo encuentro. Decidid en grupo cómo, cuándo y dónde hacer un nuevo encuentro, prestando atención a quienes han participado menos.

La idea en cualquier caso es comenzar a construir un grupo de estudiantes que se interese por mejorar la inclusión y la equidad de la escuela. Quizá hayáis conseguido hacer un grupo de 10 personas; quizá uno de 20; a lo mejor, solo sois 4. Cualquiera de estos casos es perfecto.

Es mucho más importante comenzar que esperar a que todo vaya fantástico. Ahora la tarea está en dar continuidad a los diálogos. Es decir, hay que seguir hablando con profundo respeto a los demás participantes, sin juzgar, porque este diálogo horizontal es la base de la inclusión. Y esa es la tarea fundamental: dialogar, comprender y construir juntos. Dedicad un tiempo a conoceros y a hablar de cosas comunes.

Fotografía. Nacho y un 4 estudiantes comparten ideas y experiencias en una habitación de madera.
Luz Mojtar

Pensando nuestras realidades: la soledad

A veces, este grupo inicial, con sus diálogos respetuosos, puede suponer un nuevo inicio para volver a valorarte cuando te sientes rendido/a. Incluso estos primeros diálogos pueden servir de impulso para atreverse a contar experiencias más profundas.

La soledad que vive parte del alumnado (una forma de discriminación), por ejemplo, es algo que a menudo se vive en silencio. Y este puede ser un gran tema para abordar en las primeras sesiones.

Nuestro grupo creó un video para problematizar algunas de las prácticas habituales que aíslan a algunos alumnos y alumnas. Nos llevó unas semanas discutir qué queríamos generar en los demás, qué historia podría conseguirlo y finalmente la construcción del video, que es la tarea más compleja. En este caso optamos por una animación, ya que alguien del grupo dibuja muy bien. Pero hay otras muchas posibilidades que debéis barajar teniendo en cuenta vuestras propias potencialidades.

El uso de este u otros videos, imágenes o historias puede favorecer el desarrollo de reflexiones grupales, en las que pedimos colaboración al profesorado, y que podemos acabar conversando en una asamblea de centro.

Algunos estudiantes pueden animarse a contar sus experiencias de soledad en público, para que se decida qué debemos cambiar los demás. Se pueden hacer trabajos de diferentes asignaturas a partir de este ejercicio (aprendiendo expresión escrita, procesos de marginación, guerras, conflictos, valores…), por lo que podríamos hablarlo con el profesorado. Se trataría de arreglar la soledad, mejorando también las formas de enseñar, porque algunas clases ayudan a que hagamos equipo, mientras que otras nos aíslan.

Por otra parte, hacer que el alumnado de diferentes cursos se conozca y trabaje semanalmente en proyectos conjuntos es una forma excelente de agrandar nuestra capacidad de aprender de las diferencias, generar nuevas prácticas de enseñanza y aprender a colaborar entre estudiantes con diferentes niveles de conocimiento. Los de cursos más avanzados podrían enseñar a los más pequeños… Proponerlo a los docentes es una forma de crear nuevos caminos para acabar con la soledad dentro y fuera de clase.

‘Estudiantes por la inclusión’ | ‘¿Qué hacemos con la soledad del alumnado?’, ilustrado por Leo Osa

Paso 2. Hacer partícipe a la institución

Una vez ya se ha avanzado en el conocimiento de los y las componentes del grupo motor de estudiantes, y después de que todos ellos hayan leído esta guía, ya se habrá establecido una hoja de ruta para quienes van a dinamizar esta tarea. El grupo, ahora, se convierte en el que movilizará a otras personas. Esa es su tarea: dinamizar el proceso para que el resto de estudiantes interesados pueda involucrarse en el proceso, participando de muy diversas formas y con diferentes intensidades.

Es el momento de dar a conocer el grupo, la propuesta y la intención a la escuela. Para ello, una idea útil es hacer un breve escrito con lo que habéis aprendido durante estos encuentros y los deseos con los que nace el grupo, y os presentáis físicamente al equipo directivo. El texto posteriormente puede publicarse si hacéis una web. Es importante hacer la presentación a la dirección con cierta formalidad, con empatía y complicidad, tratando de ganar aliados entre el grupo docente, que se impliquen también en la mejora de la escuela. Y dejando claro que se trata de un proyecto liderado por los y las estudiantes, podéis invitar a que colaboren con vosotros.

Toda escuela tiene docentes especialmente implicados con la voz del alumnado, que entiende más vuestras problemáticas y que tiende a ser flexible en su forma de trabajo para adaptarse a las circunstancias del estudiantado. Hablad con ellos y ellas antes de la reunión con la dirección. Quizá quieran acompañaros, o simplemente podéis llevar esos nombres a la reunión para explicar que se han ofrecido a colaborar.

También sería importante que otros miembros de la comunidad escolar puedan participar. Podéis empezar por informar a vuestras familias, y a la Asociación de Madres y Padres del Alumnado (AMPA). A la vez que informáis, animadles a colaborar.

Se trata, por tanto, de pedir colaboración, sabiendo que pueden ayudar a solventar, proponer, generar ideas, facilitar recursos, etc. Porque sabemos que la escuela se construye en comunidad, y para hacerse inclusiva necesita cambios en su cultura (para que sea acogedora y colaborativa), su política (cómo se gobierna y organiza para superar las barreras) y sus prácticas (las acciones desarrolladas dentro y fuera del aula). Por eso debería haber alguna persona del profesorado y de las familias en el grupo promotor: proponedlas vosotros y vosotras, sabiendo que van a ser buenos aliados.

Es importante que no perdáis el liderazgo: ¡este es un proyecto que promueve el alumnado! Si quieren implicarse más, genial: pueden unirse a este o desarrollar otro que se coordine con el vuestro.

A medida que avanzáis en este proceso, y que los otros sectores van contando sus impresiones sobre la realidad del centro, pueden generarse una o varias comisiones, es decir, grupos de personas que se encargan de una determinada tarea del grupo. Por ejemplo, una comisión de buen clima puede servir para cuidar que lo que hacéis en el grupo motor de estudiantes no derive en algo contrario a la inclusión. Eso puede ser muy útil, porque el buen curso de vuestro proyecto dependerá de la capacidad de cuidar unas personas de otras. La Guía “Cómo autocuidar(nos)” puede dar muy buenas ideas para este cometido.

Fotografía. Detalle de dos personas cogiéndose las manos.
Ministerio de Educación y Formación Profesional

Mantener la capacidad para disentir: la disciplina

Uno de los temas que al diseñar esta guía hablamos extensamente fue el modo en que algunas de nuestras escuelas tratan el tema del comportamiento, y es un ejemplo de las diferencias de interpretación que hace el alumnado frente a las familias y el profesorado.

Los castigos con partes y expulsiones no solucionan nada, porque no cambian los comportamientos de quien no se porta bien, y tampoco del resto, que simplemente piensa que la responsabilidad es únicamente de esa persona. Las aulas de convivencia tampoco arreglan nada, así que tenemos que buscar alternativas. Algo que nos explicó muy bien Fali es que quien se porta mal en clase, a menudo lo hace porque no está motivado y se aburre. Por tanto, lo que necesitamos cambiar es eso entre toda la comunidad.

Por ejemplo, podemos preguntar al alumnado que está suspendiendo en nuestra escuela: ¿qué es lo que ocurre para que no aprobéis? ¿Cómo podría transformarse eso?

Una vez sabemos algo sobre esto, es clave hablar con el profesorado para llegar a acuerdos. Seguro que podemos actuar juntos para mejorar la situación. Todo el mundo debe poder aprender y aprobar en una escuela inclusiva.

De esta forma, a medida que avanzamos en nuestros pasos, las propuestas que vamos planteando sirven para mejorar la convivencia sin castigar: hablar, motivar, respetar nuestro tiempo… Poner las normas a través de asambleas de centro y debates de clase hará que sean más justas, más útiles y también más respetadas.

Captura de pantalla de una videoconferencia en la que participan estudiantes.
‘Estudiantes por la inclusión’

Paso 3. Examinar a la escuela

Este paso implica trascender el nivel del grupo motor de estudiantes que lleváis unas semanas conociéndoos. Ahora de lo que se trata es de hacer que las conversaciones se trasladen a toda la comunidad de la escuela. El objetivo en esta fase es contribuir a que el resto del alumnado pueda contar sus experiencias en la escuela, pero también sus posibles propuestas para mejorar la vida en el centro.

Se trata de hacer una consulta a todo el alumnado de la escuela, y para ello podemos dedicar una semana del curso. Lo más fácil, quizá, sería utilizar un cuestionario que pasar, pero lo que pretendemos en este caso va en dos direcciones: queremos extraer un análisis de las barreras que dificultan el aprendizaje y la participación del alumnado, pero queremos que sean partícipes del análisis, que pasen a formar parte del proceso y que dialoguen entre sí, de modo que estemos ya fomentando la cultura inclusiva que queremos lograr. Es decir, queremos saber, pero por encima de todo queremos que la comunidad comience a implicarse. ¡La inclusión es el camino a la inclusión!

¿Cómo hacerlo? Hay mil posibilidades, pero vamos a enunciar algunas propuestas claras:

  1. Realización de entrevistas por parte del alumnado. Se trataría de diseñar un plan en el que todo el alumnado del centro realice entrevistas al resto. Las entrevistas son conversaciones que se establecen de forma individual o grupal (revisad la Guía ‘Cómo hacer una entrevista’, que será publicada próximamente). Para ello hay que hacer un guion que os sirva para abordar algunos temas fundamentales para la inclusión. A grandes rasgos nos interesa saber cómo son las relaciones en la escuela, cómo se aprende y se enseña en ella, qué te hace sentir bien, qué te hace sentir mal, y cómo es la escuela de tus sueños.
  2. Propondremos algunas preguntas que os pueden servir para hacer vuestro propio guion en la web https://creemoseducacioninclusiva.com. Lo más interesante es que se hagan conversaciones naturales, en las que nos podamos conocer mejor. Estudiantes preguntando a estudiantes, a docentes, a familias, a vecinos y vecinas… sobre cómo es la escuela y cómo podemos hacerla más amable y valiosa para cualquiera. De cada entrevista deben haceros llegar un brevísimo resumen con dos análisis y dos propuestas, por ejemplo. Para esta tarea es importante que colabore el profesorado: ofreciendo alguna de sus clases, e incluso incorporando la actividad a sus asignaturas. Esto es muy útil, y los docentes saben valorar eso.
  3. Crear un buzón en la escuela para responder a alguna pregunta concreta, o para hacer propuestas de mejora. Esto permite al alumnado más tímido participar contando sus propias perspectivas, tan necesarias para ampliar la capacidad de la escuela para atender a todo el alumnado sin excepción.
  4. Hay personas que quizá no hablen, o que se comunican de formas menos comunes. No dejéis de preguntarles directamente. Todo el mundo quiere comunicarse, aunque no todas las personas lo hagamos de la misma forma. Preguntadle, ayudaos de algún amigo o amiga, y aprended a entender lo que quiere decir. ¡Es más fácil de lo que podéis creer! Todo el mundo sabe lo que le gusta y lo que no, y es imprescindible escuchar a quienes son menos oídos.

Toda esta información debe guardarse como un tesoro del que aprender. Podéis grabar en video y/o audio, hacer fotografías, archivar escritos… Todo es útil para analizar, y también para mostrar en el futuro cómo habéis llegado a vuestras conclusiones. Es una forma de mostrar a quienes participan el valor de sus voces.

Además de estas propuestas, podéis encontrar muchas más y muy bien explicadas en la “Guía práctica para recoger las opiniones del alumnado” que encontraréis en el apartado de recursos. En cualquiera de los casos, sea cual sea la forma en que lo hagáis, no lo olvidéis: si hacéis que el alumnado hable entre sí, ¡ya estaréis consiguiendo el objetivo! Y si hacéis que se relacionen quienes no se conocen, o quienes son de diferentes clases y cursos, muchísimo mejor. ¡Pensad fórmulas para conseguirlo! ¡Pedid más trabajos en grupo!

Fotografía. Instantánea de 6 integrantes de 'Estudiantes por la inclusión' interactuando en actitud de complicidad.
‘Estudiantes por la inclusión’

Algunos temas recurrentes:

Salir del aburrimiento

En muchas ocasiones nos hemos descubierto hablando de que las clases podrían ser más divertidas. Nuestro grupo pensó que tener más tutorías grupales y asambleas permite que los docentes y el alumnado nos conozcamos mejor, y que el profesorado pueda adaptarse mejor a nuestros intereses. En esos momentos podemos informar de cómo nos gustaría aprender.

Proponemos reducir el temario, que muchas veces es muy repetitivo. También preferimos que sea más optativo y más útil e importante para la vida. Podemos aprender a través de juegos cosas valiosas. Los estudiantes podemos proponer proyectos, talleres o diferentes actividades y encargarnos de organizarlas y dirigirlas.

Cambiar la evaluación

Otro de los temas más importantes para nuestro grupo ha sido la evaluación. Hemos conversado mucho sobre esto, y tenemos que hablar con nuestros profesores para tratar de eliminar o reducir los exámenes, porque nos estresan. Y también hemos pensado en las calificaciones. Incluso hablamos de la posibilidad de eliminarlas.

Es fundamental hablar con el profesorado para llegar a acuerdos. Por ejemplo, sustituir los exámenes por trabajos y si no se eliminan, que elijamos las preguntas. Preferimos hacer trabajos útiles a responder preguntas que olvidamos en muy poco tiempo.

Paso 4. Organizar lo que la comunidad ha dicho

Una vez hemos recibido la información resumida de las conversaciones que se han mantenido en la escuela durante la semana de consultas, es hora de tratar de entender lo que nos han contado. Puede ser que durante el proceso se haya despertado el interés de más estudiantes por continuar con esto. Genial. Podemos crear grupos de análisis en los que pueden ir formando parte. Por ejemplo, un grupo de análisis puede dedicarse a analizar todas las respuestas que tengan que ver con el aprendizaje. Otro, sobre las relaciones. Otro, sobre la organización del centro…

Hay muchas posibilidades, dependiendo de cuántas personas quieran ayudar a analizar lo que ha dicho la comunidad. Las familias y el profesorado interesado también pueden entrar en estos grupos. Nosotros nos repartimos la información. Cada persona lee y analiza en su casa lo que se le ha asignado. Después se reúne cada grupo, cuanto más diverso, mejor, con estudiantes y personas adultas. Pero siempre con una premisa: en el debate sobre cómo interpretar la información recabada, hablará primero el estudiantado. De esta forma sentaréis las bases del debate.

Se trata de resumirlo todo en análisis y posibles propuestas de mejora: detectado un problema, ¿cómo lo solucionamos?


Fotografía. Vista frontal de 5 integrantes de 'Estudiantes por la inclusión' y una persona adulta juntos en un espacio al aire libre. 
‘Estudiantes por la inclusión’

Un problema:

la separación del alumnado dentro de las aulas y en aulas de educación especial

Todo el alumnado tiene que aprender unido. En nuestro grupo hay personas que se han visto aisladas en su propia aula porque hacen tareas diferentes a todo lo que hace el resto de compañeros y compañeras. Hemos aprendido que los apoyos (por ejemplo, el profesorado de apoyo que trabaja solo con un niño o una niña) no pueden hacernos sentir diferentes, ni el docente de clase debe desentenderse de nadie.

También en nuestro grupo hay estudiantes que tienen amigos y familiares a los que nos les dejan estar en las mismas aulas que el resto. Eso es muy injusto, va en contra de nuestro derecho “a una educación inclusiva y de calidad” (LODE, Art. 6, apdo. 3e) y de las investigaciones internacionales. Uno de nuestros amigos, Rubén Calleja, fue incluso expulsado de su instituto y obligado a ir a un centro de educación especial. El año pasado la ONU dictaminó que había sido discriminado por el Estado. Se le debe mucho a Rubén.


Una propuesta:

Aprender unidos

El docente de apoyo y el de la asignatura tienen que trabajar con todos nosotros/as. Eso lo hemos visto claro en nuestras conversaciones. Y podemos pensar junto con el profesorado cómo hacer para que sean innecesarias las aulas especiales. Para eso nos tenemos que conocer más, haciendo actividades en las que nos mezclemos cada día.

Hay que hacer más trabajos en grupo en los que todos nos ayudemos, tener más tutorías grupales, dar más importancia a la educación en valores… Y aprender a reconocer el valor de cada persona, sabiendo que crecemos al aprender de nuestras diferencias.

Fotografía. Collage. Tres jóvenes del grupo  'Estudiantes por la inclusión' atrapados en un bote de cristal cerrado.
Ignacio Calderón. Museo de la Imaginación de Málaga.

Paso 3. Devolución a la comunidad y toma de decisiones

Una vez habéis llegado a algunas conclusiones importantes acerca de lo que ha dicho la comunidad, tenéis que comunicarlas adecuadamente en un evento de una o dos horas.

A estas alturas, el centro ya debe ser muy consciente de la importante labor de investigación que estáis haciendo, por lo que debéis pedir la colaboración de la dirección para hacer una asamblea creativa, es decir, pretendemos que el resto de estudiantes y la comunidad escolar en general vuelvan a juntarse para crear propuestas y tomar decisiones. En ella, cuanto más sencilla y sintética se presente la información, mejor será.

Una buena idea es seleccionar una serie de frases textuales que algún estudiante haya ofrecido a partir de una entrevista o de un escrito en el buzón, por ejemplo. Se trata de delimitar de forma clara el tema y preparar alguna información recabada para ilustrarlo. Así, podéis hacer una presentación sencilla en la que aparezcan los 3 o 4 temas principales que hayáis encontrado y algunas palabras de la gente sobre los mismos. 5 o 6 frases sobre cada tema, que destaquen cosas diferentes sobre el mismo, serían perfectas. Además de la presentación de esas ideas, podéis pensar en hacer algo más dinámico para fomentar la participación.

Una breve performance, que podéis haber grabado previamente en video, puede servir para presentar el tema y generar debate. También hay otras posibilidades, como construir una breve autobiografía escolar de un alumno o alumna que pueda mostrar bien el tema en cuestión; o hacer un collage, un fotovoz, un pódcast, etc. ¡Las posibilidades son tantas como os permita vuestra imaginación! Y si habéis creado una página web, es el momento de ir subiendo estos materiales, de modo que se puedan compartir, discutir y proponer más allá de lo que se hace en la propia escuela.

Una vez se han expuesto los temas de la forma en que consideréis oportuna, se genera el debate. De esta asamblea tenemos que tomar nota de las propuestas que se hagan, porque de ellas saldrán las iniciativas que llevar a cabo. Especialmente al principio, es preferible llevar a cabo una sola que podáis hacer, que intentar abarcar demasiado.

El propósito debe ser acabar el curso con el buen sabor de boca, de haber provocado algunos cambios, aunque sean modestos.

¡Es importante medir las fuerzas! También lo es saber diferenciar lo que podéis hacer autónomamente, lo que podríais desarrollar con la colaboración del profesorado o de las familias y lo que no está dentro de vuestras posibilidades. Aquí os tenéis que dejar llevar un poco por vuestra intuición y dar valor a todo lo que implique que los chicos y chicas de la escuela se puedan conocer más, así como entre el alumnado, el profesorado y las familias.

Fotografía, collage. Dos jóvenes del grupo 'Estudiantes por la Inclusión' frente a una biblioteca pintada en la pared con numerosos libros.
Ignacio Calderón. Museo de la Imaginación de Málaga.
Fotografía, collage. Una joven del grupo 'Estudiantes por la Inclusión' parece estar atada con una cuerda que sostiene una gran mano pintada en la pared.
Ignacio Calderón. Museo de la Imaginación de Málaga.

¡Que también tenemos vida!

Otra de las cuestiones que nuestro grupo ha detectado y discutido es que las escuelas no siempre respetan al alumnado. Aprendemos algunas cosas que no tienen sentido, solo para vomitarlas en el examen. Como decía Carmen, “las aprendemos nosotros, pero no son para nosotros, sino para el profesorado que nos las pide”. Valorar el sentido de nuestros aprendizajes es una forma de respetarnos más.

También nos hemos dado cuenta del agobio generalizado que tenemos por las tareas y los exámenes. ¡Trabajamos más horas que nuestros padres! Eso nos impide poder hacer otras cosas que deseamos: estar con nuestros amigos y amigas, descansar, jugar, hacer lo que nos apetece… Y además, la sobrecarga de tareas castiga más a quienes hacen las tareas más despacio, por lo que se respetan menos sus ritmos, y eso es injusto.

Tenemos que hablar con los profesores y las familias sobre el tiempo. Una propuesta es disminuir la carga de deberes y la cantidad de exámenes, y que se valore más nuestro esfuerzo. Dar importancia a nuestras emociones y a cómo nos sentimos es una señal clara de respeto hacia el alumnado.

Paso 6. Desarrollar acciones y valorarlas

Una vez se ha decidido qué vamos a intentar cambiar, ha llegado el momento de ponernos manos a la obra. Es posible que para llegar hasta aquí hayáis tenido que dedicar más tiempo del esperado, y que ya no quede tanto curso por delante para llevar a cabo la propuesta. No os preocupéis. En realidad, sin daros cuenta, lleváis desde el principio haciendo más inclusiva vuestra escuela. Ahora vais a desplegar una propuesta más a todo lo que habéis hecho.

Fotografía. Un grupo de personas reunidas alrededor de una mesa en una sala repleta de libros y documentos. 
Luz Mojtar

Tengo derecho a estar enfermo y a ser alumno

Nuestro grupo ha hablado también de este tema en varias ocasiones: estudiar en nuestras escuelas parece incompatible con estar enfermo. Porque si se trata de un resfriado, no es un gran problema, pero cuando la enfermedad es prolongada, o tienes que ir muchas veces al médico, te encuentras un importante problema.

Por eso pensamos que, cuando un estudiante esté en casa u hospitalizado un tiempo, podemos utilizar videoconferencias para que pueda participar en clase. También organizar visitas continuadas de compañeros/as para informar, explicar y compartir lo que pasa en clase. Y de nuevo eliminar o reducir los deberes, porque siempre castigan a las personas que están en desventaja, y eso es muy injusto.

Fotografía. Vista superior de 6 menores jugando.
Luz Mojtar

La propuesta puede ser desde alguna de las que hemos ido narrando en los recuadros sombreados hasta cualquier otra invención fantástica que hayáis decidido junto al resto de participantes en la asamblea creativa. No os preocupéis si no asistió tanta gente como os hubiera gustado; muchos cambios se desarrollan gracias a un buen grupo motor, que no tiene que ser muy numeroso.

Quienes estáis participando sois los que tenían que estar. ¡Ánimo! Calculad el tiempo que tenéis por delante para llevar a cabo lo que habéis diseñado (¿una radio o un fanzine escolar?, ¿una actividad periódica entre diferentes cursos?, ¿una transformación del patio para que nadie se sienta excluido?, ¿una transformación de las clases para poder estar junto a quienes estaban en aulas especiales?, ¿un grupo de apoyo mutuo?, …) y manos a la obra.

Al final del tiempo que hayáis decidido dedicar al desarrollo de la actividad (un mes antes de que acabe el curso estaría bien), es el momento de evaluar la acción. De manera informal podéis recabar el sentir de la gente, tanto en conversaciones como con un nuevo buzón en la escuela o un fotomatón, un invento que desarrollaron en el CEIP La Parra de Almáchar (Málaga): una caja grande de madera o de cartón con una cortina detrás y una cámara de video dentro en la que el alumnado que quisiera podía grabarse comentando su experiencia. Recoger toda esta información es fundamental para evaluar los resultados y corregir posibles errores, así como para volver a orientar nuestras próximas acciones.

Captura de pantalla de una videoconferencia en la que participan estudiantes.
‘Estudiantes por la inclusión’

De nuevo, es fundamental poner especial cuidado en saber cómo lo han vivido quienes han estado más desplazados, tanto en el proceso de aprender como en las relaciones con los demás. Preguntad también al profesorado y a las familias. Queremos saber cuál ha sido el impacto de lo que habéis hecho a lo largo del curso con toda vuestra ilusión. Y no os asustéis con las posibles críticas: eso entra dentro de lo deseable. Equivocarse forma parte de los cambios, y detectar los errores es la medida más inteligente para acercarnos más a la escuela que deseamos.

Fotografía. Vista frontal de una estudiante hablando a cámara.
IAP ‘La Parra’

Unas claves que pueden servir para evaluar la experiencia son:

  1. Si ha producido cambios en las personas (¿piensan y actúan de manera diferente?), en las relaciones de la escuela (entre el alumnado, con el profesorado…) y su organización (horarios, clases, uso de espacios, medidas para la convivencia, modificación de tareas…). Si toca esos tres niveles, mucho mejor.
  2. Si ha cambiado algo en las clases, en las calificaciones del alumnado, en la sensación de bienestar, en el clima del centro, en los recreos… Cuanto más abarque, mejor; pero no nos obsesionemos. Al principio es difícil, y hay que tener paciencia. Poco a poco vamos aprendiendo a tomar mejores decisiones.
  3. Si afecta dentro de una o varias clases, si ha incrementado y mejorado las relaciones entre clases, cursos y niveles, y si ha transformado algo de lo que ocurre fuera de la escuela. Esto último puede ser un cambio en las entradas y salidas, en las actividades extraescolares y comedor, en las relaciones en el barrio, la implicación de las asociaciones del entorno, la participación de vuestras familias…

La educación inclusiva es un proceso que nunca se acaba. Es un proceso, y estáis en ello. Y en ese camino vamos creciendo como personas, que nos sentimos mejor porque nos estamos cuidando, y porque estamos aprendiendo a valorarnos de verdad.

Fotografía. Vista lateral de 3 jóvenes jugando al aire libre.
aula Verde

Acabar con la discriminación en la escuela

En la escuela se clasifica mucho a la gente, tanto el profesorado como el alumnado. Hay prejuicios por muy distintas razones, y siempre pesan más sobre algunas personas. Para cambiar esto, podemos invitar a personas que nos ayuden a eliminar los prejuicios, y a partir de una charla, hacer debates en clase y exposiciones en la asamblea de centro de algunas historias personales de alumnado.

La tarea de escribir esas historias y la de contarlas es de una riqueza increíble; y para quien las escucha pueden suponer una gran oportunidad para cuestionar sus prejuicios. El profesorado no puede permitir la discriminación, y nosotros y nosotras podemos ayudarles a estar muy pendientes. Nadie puede sentirse rechazado en el patio. Se pueden crear grupos de intereses comunes para el patio, y muchas actividades de grupo para las clases.

También es importante cuidar la forma de hablar. Eliminar palabras y formas de expresión que puedan ser ofensivas para alguien. Dialogar sobre este asunto para que todo el mundo pueda comprender por qué puede hacer daño la palabra que se está diciendo.

Fotografía, collage. Vista frontal de un joven bajo un paraguas, protegiéndose de una lluvia de colores.
Ignacio Calderón. Museo de la Imaginación de Málaga.

Paso 7. Festejar con la comunidad, informando de los logros y proyectando nuevos retos

Ya hemos hecho todo el trabajo. El curso está a punto de finalizar, y nos merecemos festejarlo. Vuestra labor ha sido el germen de un aprendizaje para toda la comunidad, y vosotros y vosotras habéis podido aprender mucho de lo que el resto os ha podido ir mostrando.

Fotografía. Vista superior de un grupo de personas disfrutando en una atracción de agua. 
Carmen Saavedra

Podéis pensar en hacer un festival por todo lo alto, o una fiesta rara. O podéis optar por hacer una fiesta sencilla en la que compartir los resultados de lo que habéis hecho, trasladando algunas expresiones de la gente sobre las acciones llevadas a cabo. Eso, simplemente, es lo que hacía falta para cerrar el círculo antes de acabar el curso.

Quizás podáis aprovechar la fiesta de fin de curso de vuestra escuela para tomar el protagonismo en ella, hacer autocrítica y felicitar a toda la gente que ha participado en el proceso. Podéis imaginar en voz alta por dónde retomaréis vuestra aventura el curso siguiente y compartirlo con toda la comunidad. Podéis dejar claro lo que habéis aprendido en primera persona, e invitar a que otras personas hagan lo mismo. Y todo ese compartir continuado, en el que siempre habéis tenido en cuenta a quienes no son escuchados, es el camino de hacer inclusiva vuestra escuela.

Y no os lo guardéis. Queremos saberlo todo. Publicadlo y a las redes sociales, que tenemos mucho que aprender de vuestra experiencia.

Fotografía. Vista frontal de un adulto y tres jóvenes hablándole al público.
Luz Mojtar

Nuestro grupo terminó el trabajo que se deposita en esta guía con una celebración: la de haber aprendido a conocernos, a apoyarnos y a creer que somos capaces de mucho más de lo que habíamos imaginado. Mantuvimos una reunión con la ministra de Educación, en la que le contamos algunas de nuestras experiencias y las propuestas que ahora podéis leer. Sentimos que teníamos cosas que decir, como las tenéis vosotras y vosotros.

La ministra nos pasó simbólicamente su cartera, y nos ofreció su apoyo para llevar esta guía a más estudiantes. Tomemos la palabra, porque la inclusión hay que hacerla, y nadie mejor que el alumnado va a saber valorarla.

Fotografía. Vista frontal de un grupo de jóvenes con la ministra de Educación, Pilar Alegría.
Ignacio Calderón

Resumen

  • Crear un grupo diverso;
  • Hacer partícipe a la institución;
  • Examinar a la escuela;
  • Organizar lo que la comunidad ha dicho;
  • Devolución a la comunidad y toma de decisiones;
  • Desarrollar acciones y valorarlas;
  • Festejar con la comunidad, informando de los logros y proyectando nuevos retos.
Fotografía. Detalle de un grupo de personas jóvenes y adultas sentadas en círculo, atentas a alguien fuera de plano. 
Fotografía. Detalle de un grupo de personas jóvenes y adultas sentadas en círculo en una terraza o patio.
Luz Mojtar

Consejos

  • Confiad en los saberes del alumnado. A menudo pensamos que quienes saben acerca de cómo organizar las escuelas son los adultos, pero lo cierto es que el alumnado tiene una posición privilegiada para entender lo que ocurre y facilitar procesos de cambio. Lo que se necesita es un empoderamiento, saberse importantes y contar con que otras personas también lo van a ver.
  • Uno de los principales cambios que vais a conquistar para hacer vuestra escuela más inclusiva es vuestra propia autonomía, es decir, de vuestra capacidad de analizar críticamente la realidad y de tomar decisiones para transformarla. Es un gran paso aprender que la realidad también la construís vosotros y vosotras. Y lo mejor es que lo vais a hacer colectivamente, por lo que no se trata de buscar la independencia, sino de reconocer que somos interdependientes y que nos necesitamos. Por eso es crucial la participación.
  • Es muy importante que sea el alumnado el que dirija su propia investigación: es decir, que seleccionéis qué investigar, y que con la colaboración de los adultos que estiméis adecuados, hagáis vuestras propias interpretaciones y deis a conocer los resultados que vais encontrando. Esto también es muy inclusivo, porque la voz del alumnado es la que menos oye la institución.
  • El proceso seguido es simple: hacer un grupo diverso que dinamizará el proceso, hacer partícipe a la comunidad para evaluar la inclusión, analizar la información y organizarla para devolvérsela ordenada, decidir colectivamente el cambio que queréis implementar, llevarlo a cabo, evaluarlo y festejar el proceso. En el camino de hacer eso está la clave, y cuantas más interacciones nuevas consigáis, más valioso será el trabajo realizado. Documentad y publicad lo que hagáis. Esto facilitará que estudiantes de otros lugares contacten con vosotros y vosotras, y que podáis aprender juntos.
  • Si no habéis seguido la guía paso a paso, o si habéis hecho derivaciones y cambios, os habéis detenido o estancado en algún momento del proceso, decidís saltar algún paso… Pues muy bien. La guía no puede ser un corsé que dificulta vuestro progreso, sino una herramienta más para ir construyendo esa escuela de los sueños. La principal, ya lo sabéis, siempre será el diálogo.

Recursos

Websites

Educación Inclusiva. Quererla es crearla. https://creemoseducacioninclusiva.com/

Una web en la que encuentras recursos audiovisuales, una selección de literatura científica sobre educación inclusiva, textos legales que la sustentan y propuestas para la acción (¡como esta misma guía!)

Cine y Educación

https://educomunicacion.es/cineyeducacion/index.htm.
Una web en la que podréis encontrar una buena selección de películas que puede servir para hacer debates sobre vuestra propia educación. Cada película viene con una ficha, con datos, resumen, curiosidades, incluso preguntas para pensarla colectivamente. 

Informes y Guías

Análisis y propuestas para una nueva ley educativa. Conversaciones de la ciudadanía sobre la escuela inclusiva https://bit.ly/3ige0EI. Propuestas hechas durante el confinamiento por el COVID-19 a partir de conversaciones en las que el alumnado tuvo un papel protagonista. Seguro que puede servir para pensar mejor vuestras escuelas.

Nuestra opinión vale. La perspectiva de niños, niñas y adolescentes sobre la discriminación y las barreras para la Educación Inclusiva https://uni.cf/3CYDLBB. Este informe de UNICEF cuenta un proceso de investigación participativa, que recopila y analiza información cualitativa desde la perspectiva de niños, niñas y adolescentes con y sin discapacidad y sus familias en América Latina.

Guía práctica para recoger las opiniones del alumnado https://bit.ly/3uiVi4d. Este documento ofrece diferentes dinámicas para recoger las voces del alumnado. Aunque está diseñada para que el profesorado se implique con las opiniones del alumnado sobre su aprendizaje, también podéis utilizarlo por vuestra cuenta. Pero ya sabéis: pedir ayuda si hace falta es algo genial y muy inclusivo.

Preparando a los estudiantes para que sean investigadores https://bit.ly/3zKiSb3. Este manual pretende capacitar al profesorado para preparar y apoyar al alumnado para que se conviertan en investigadores involucrados en el proceso de Investigación Inclusiva. ¡Una herramienta útil para implicar a vuestros docentes!

Notas

  1. “Narrativas emergentes sobre la escuela Inclusiva desde el modelo social de la discapacidad. Resistencia, resiliencia y cambio social”, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (RTI2018-099218-A-I00).
  2. UNESCO (2017). Guía para asegurar la inclusión y la equidad en la educación. París, UNESCO. https://bit.ly/3tudPJZ.