Vulneraciones del derecho a la educación que ocurren a diario en nuestras escuelas. Y no pasa nada.

Belén Jurado (‘Quererla es crearla’) e Ignacio Calderón Almendros, (Universidad de Málaga, ‘Quererla es crearla’). 
Revista AOSMA Nº 33- Abril 2024- ISNN-e: 1887-3952

Este artículo hace una breve incursión en una acción educativa en la red que pretendía movilizar a la ciudadanía para compartir relatos personales de discriminación vividos en la escuela. Se desarrolló a partir de septiembre de 2023 a través de hashtag #YNoPasaNada y obtuvo un enorme seguimiento, particularmente en Instagram y en la red social X (Twitter). Todo el trabajo para hacer que la campaña funcionara fue llevado a cabo por Belén Jurado, coautora de este texto, una madre bloguera y activista por el derecho a la educación de todas las personas. La campaña cuenta con el soporte de “Quererla es Crearla”, un movimiento social que impulsa la educación inclusiva en España y más allá de nuestras fronteras. Este texto trata de refexionar sobre esa insoportable realidad que viven tantas personas en un espacio –la escuela– que debería ser garante de seguridad para que toda la ciudadanía, sin excepción, pueda hacer realidad su derecho a la educación inclusiva.

Vivir en soledad la discriminación…

Una sala grande llena de dibujos, varias estanterías con juguetes de todo tipo, una mesa redonda en medio. Una niña que apenas había cumplido 2 años, un padre y una madre esperando con ansias el diagnóstico de su hija después de varias largas sesiones. Y María, una mujer tranquila, confiada en ella misma y con mucha experiencia. Ella era la orientadora educativa que había valorado a Lucía. Ese era el escenario de una “condena” para toda la vida. 

Lucía es derivada a un Aula TEA para el siguiente curso porque eso “es lo mejor para ella”. Necesitábamos creer esas palabras que María nos decía, acabábamos de escuchar su diagnóstico y era un momento complicado. Necesitábamos confiar en alguien que sabía, estábamos perdidos. 

Creímos intensamente hasta que un portazo nos abrió los ojos bruscamente. El portazo iba seguido de unas palabras de la tutora de Lucía en primero de Primaria, que decía: “Yo no puedo con tu hija, a mí me pone muy nerviosa y a mi clase NO va a entrar”. Y así fue, no entró ni a las suyas ni a las de quienes decidieron que a las suyas tampoco. No entró en primero, no entró en segundo, no entró en tercero, tampoco en cuarto; ni siquiera en quinto ni en sexto se vieron obligados. No participó en excursiones ni fiestas, en ocasiones no comió en el comedor, etc., etc., etc. ¿Y qué pasó? NADA. (Belén Jurado) 

Esta narración parte de una escena que bien podría representarse en un teatro o una película. Es una escena cotidiana, a la vez que pavorosa: una niña indefensa tras sesiones de ser escudriñada, un padre y una madre angustiados ante la situación, y una profesional que tiene la templanza de quien es juez, y no parte. Es la orientación como juicio. Y el veredicto es cadena perpetua. Esa sentencia al aislamiento social –como la cárcel– se hace por el bien de Lucía, y tiene sentido. Siempre tiene sentido. Sin embargo, se le encarcela –privándole de libertad y de contacto social con los chicos y chicas de su entorno– aunque Lucía era inocente y no contaba con abogado. Sus padres no habían estudiado derecho ni sabían que iban a un juicio. Además, la condena no es un castigo, sino una forma de pretendido buen trato, que hunde sus raíces en la tradición, pero que de ninguna manera las hunde en la ciencia. 

Las revisiones sistemáticas de evidencias científicas y metaanálisis, por ejemplo, de Cologon (2019), Hehir et al. (2016) y European Agency for Development in Special Needs Education (2018), muestran que la educación inclusiva favorece la socialización, el sentimiento de pertenencia a una comunidad, el bienestar de estudiantes y docentes debido a las relaciones sociales, el aprendizaje académico, la comunicación, el comportamiento… y que lo hace mejor que la educación desarrollada en ambientes segregados. Y, sin embargo, es la ciencia la que parece dar la razón y la autoridad a aquella profesional, que la condena por su bien. 

El tercer párrafo es el que profundiza en la realidad. Es el “portazo” –como el estruendo sordo de una puerta de hierro que cierra la celda y te aísla– que les “abrió los ojos”. Ese momento, cuando una madre se da cuenta de que la razón no era el bienestar de su hija, sino que responde a intereses de una institución y sus profesionales, es como la salida de la caverna en el mito de Platón, cuando el esclavo se libera de sus cadenas y se da cuenta de que la realidad no son las sombras que había visto dentro durante toda su vida. La realidad es que quedas fuera, aislada, aun siendo inocente e indefensa, y que esa pena injusta, ese castigo sin delito, se prolonga en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, a pesar de ser una injusticia tan evidente, no pasa nada. Todo queda en la indignación de una madre y un padre y el sufrimiento de una hija, frente a un mar de personas que actúa como si no ocurriera nada.

Una conexión

Es eso lo que pasa: que nunca pasa nada. Es precisamente por esta quietud y la connivencia de todo el sistema escolar, que las cosas no se mueven. Este fue el motivo por el que Belén Jurado ha ido compartiendo desde hace años su experiencia en las redes sociales, a través de los blogs La habitación de Lucía y el Proyecto Madres, entre otras iniciativas. Compartir estas malas prácticas derivó en la recopilación de las experiencias que la gente iba enviándole, convocadas por el dolor de otra madre. Esa recopilación comenzaría en septiembre de 2023 y se llamaría #YNoPasaNa-da1. Siguiendo la estela del #SeAcabó que Cristina Fallarás desarrolló en relación con la violencia de género, en el que la gente contaba su experiencia sin decir su nombre, esta iniciativa podría salvar uno de los grandes obstáculos que circunscriben el problema de la discriminación escolar en el ámbito de lo privado: ese dolor y sufrimiento en soledad, así como la nueva forma de verlo después de romper las cadenas y salir de la caverna, no salen a la luz por el miedo a provocar más dolor en el hijo o la hija que protegen, y que ya está sentenciado. En parte, el miedo también viene provocado por haber visto algo nuevo, pero no entender del todo aquella realidad nueva que va a contracorriente de la mayor parte del mundo adulto, y poco a poco de la propia infancia. En la alegoría de Platón, ese conocer se representa con el salir de la caverna en la que solo había visto sombras:

—Ahora fíjate en esto —dije—: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol? —Ciertamente —dijo.

—Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad —y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse—, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir? (Platón, República, VII, 514a—521b)

El problema ha sido privatizado –comenzó a serlo en aquella sala de espera– hasta tal punto que las familias asumen que se merece la condena, que es un problema personal que suele nombrarse con siglas —NEE, NEAE, TEA, TDAH…– y que de nada serviría, por tanto, hacerlo público, porque no hay remedio. Sin embargo, muchas de esas familias consiguen ver más allá de ese sentido común que privatiza el dolor y el sufrimiento, y deciden devolver a lo público lo que es de índole social. Y a menudo son llamadas “madres locas” por la institución, ya que se han salido de los mapas mentales del sentido común, que organizan nuestras formas de pensar, sentir y actuar:

#YNoPasaNada Cuando me dicen que estoy loca por reclamar los derechos de mi hijo, pienso que sí, estoy muy loca pero de dolor y frustración porque con mi otro hijo, que no tiene autismo, nunca he tenido que reclamar nada, nunca me han llamado loca. Nos quieren calladitas, pero eso se acabó.

#YNoPasaNada Excluyeron durante tanto tiempo a «las minorías» de todo tipo de representación, que ahora cualquier inclusión les parece forzada.

Lo que dicen parece no tener sentido, porque han logrado escapar del sentido común, ese que ha normalizado la discriminación y que les impide ir más allá de los límites del propio discurso de las prácticas habituales. A menudo, esas prácticas están controladas por una herramienta informática –como Séneca en Andalucía, Itaca en Comunidad Valenciana, Delphos en Castilla-La Mancha, Xade en Galicia, Sauce en Asturias…– que ejerce de guardián del sentido común, obligando a optar por una de aquellas siglas que cosifican a la persona, y que constituyen colosales mecanismos de silenciamiento, utilizando las palabras de bell hooks (1989). Entonces, cualquier forma de socializar las nuevas interpretaciones de la realidad que hacen estudiantes, familias y profesionales, constituyen una forma de liberación que deslegitima todo ese etiquetado indecente revestido de ciencia. Una rueda que es necesario parar.

#YNoPasaNada La escuela sigue siendo un lugar así de cruel para los diferentes y vulnerables, hoy como ayer. #YNoPasaNada […] [S]oy orientadora escolar, autista y víctima del sistema escolar, que es lo que sin duda más me ha marcado en la vida. Me está impactando mucho esta campaña. Sí pasa, vaya si pasa, la escuela sigue haciendo daño, machacando, traumatizando, hoy como hace 40 años, a nuestros hijos como a nosotros. Es desolador.

Una escuela que no quiere

El último testimonio presentado muestra cómo el problema es sufrido por toda la comunidad escolar, y no solo por el alumnado y sus familias. Quienes trabajan en las escuelas, que han elegido el noble oficio de educar, sufren a diario la violencia estructural que se ejerce en ellas. ¿Pero qué es eso que no cambia, y que denuncian un gran número de personas como cruel frente a las diferencias?

Quizá una de las cuestiones más difíciles y dolorosas detectadas es la manifestación explícita o implícita de que en la escuela común no se quiere a ciertas personas:

#YNoPasaNada A mí, desde el principio, Educación Especial. Fue 2 horas a un colegio público cuando tenía 2 años […] y ya determinaron que no podía estar en la pública. 

#YNoPasaNada «Para eso están los centros de Educación Especial. Yo no estudié para tratar este tipo de alumno». 

#YNoPasaNada Es muy difícil, dificilísimo, tener que estar en un sitio donde no te quieren. Es doloroso. 

#YNoPasaNada Soy orientadora, el curso pasado de un aula abierta. Es muy triste [ver que los maestros del aula de referencia] no los sentían alumnos «suyos», eran del aula abierta. Muchas veces volví llorando a mi casa. […]

Entonces, el acto de marcar una categoría diagnóstica en el programa informático va mucho más allá de una mera acción administrativa; constituye, junto al dictamen de escolarización que le sigue, una manifestación evidente de que la institución rechaza a determinadas personas (Calderón, Moreno y Vila, 2022), que sus vidas escolares son prescindibles (Soldevila, Calderón y Echeita, 2022). Esto, tan explícitamente expresado por las familias, es solo el inicio de un proceso de exclusión social que acompaña a la persona toda la vida: 

#YNoPasaNada Nosotros, los que tenemos necesidades educativas especiales, somos molestos y no nos quieren, somos incómodos y sobramos en todos sitios. Esto nace en las escuelas y después se proyecta fuera, en la sociedad en general. […] 

Esa incomodidad está planteada cada día en las escuelas con los lenguajes de la infancia. Escapar, distraerse, no atender, chillar, no aprender, mentir… constituyen formas de resistencia que la infancia pone en marcha cuando no está siendo respetada. Es decir, son formas de protesta que, aunque están escasamente articuladas, suponen pasos hacia la libertad, que han de ser abordadas como un enorme elemento transgresor que permite transformar lo que no funciona en las escuelas. Sin embargo, la reacción de la escuela a menudo va en la dirección contraria: 

#YNoPasaNada Desde que escolaricé a mi hija con TEA en el centro educativo, cada pocos días me citaban en el despacho de Dirección para invitarme a que dejara a la niña en casa porque «era lo mejor para ella». 

Pero, ¿qué es lo mejor para el resto de estudiantes en edad escolar? ¿Qué ocurre cada vez que una manifestación de la disidencia del alumnado se solventa con una expulsión pretendidamente bondadosa? La respuesta es evidente: que nada cambia en el contexto que hace a la persona sentirse como una extraña. 

#YNoPasaNada Mi hijo siempre está solo en el recreo y nadie nunca hace nada. Lloro todos los días a todas las horas. 

Sacar a la persona del aula ordinaria, permitir que se deje sola en espacios comunes, o invitar a marchar son distintas formas de invisibilización y de exclusión, incisivas y muy persistentes. Otras son incluso más evidentes: 

#YNoPasaNada Alumno autista de infantil que sacan de clase cuando las jornadas de puertas abiertas para que las familias vean todo maravilloso, no vaya a ser que en ese momento esté con una rabieta y, claro, «eso no da una buena imagen». Y muchas familias son testigos de ello. Entonces, una parte fundamental de esa invisibilización es neutralizar cualquier disidencia, también la de las familias:

#YNoPasaNada Es injusto de lo que nos acusan a las madres, sobre todo cuando evidenciamos la discriminación que reciben nuestros hijos en las escuelas. Suelen tacharnos de locas, de querer cosas que no le «pertenecen». «Que no aceptamos la discapacidad de nuestros hijos.» Es hiriente que sean justo estas personas, las profesionales, que deben formar a nuestros niños… A muchos les vendría bien un tratamiento de choque contra su propio capacitismo.

#YNoPasaNada ¿A cuántas nos han aconsejado, la desorientadora de turno, tomar Diazepam o similar? Eso sí, para sobrellevar el diagnóstico, dicen. No van a reconocer que es para que no podamos reaccionar a una discriminación tras otra por parte del sistema educativo. En fin, ojalá fuéramos pocos, pero no. 

Tachar de loca a una madre –“por querer cosas que no le «pertenecen»”– es una forma evidente de deslegitimar cualquier construcción que hace, y que pone en tela de juicio la cultura escolar y sus prácticas. A menudo esto ocurre con un importante desconocimiento de que es esto lo que se está haciendo, pero lo es. Todo empuja a salir del sitio del que nunca se fue miembro.

#YNoPasaNada […] Desde el primer día, aun sin conocerlo lo suficiente, ya nos estaban ofreciendo reservar plaza en el aula enclave. Se trataba de una ‘invitación’ repetida cada trimestre, cada año, y a la que nos veíamos siempre diciendo que no y viendo las miradas de extrañeza y tensión en los docentes implicados. […]

Así, el espacio escolar pasa a convertirse en un lugar hostil, en vez de ser un sitio en el que las personas disfrutan, aprenden y encuentran una comunidad en la que crecer juntas.

#YNoPasaNada Yo lloro todos los días por tener que llevarlo allí donde no lo quieren. […] Lloro de lunes a viernes.

#YNoPasaNada Mi hijo (diagnosticado de TDAH) sufría tanto en el colegio que, con tan solo siete años, un domingo por la noche me dijo que preferiría estar muerto a tener que ir al cole al día siguiente.

#YNoPasaNada «Mamá, si yo me muriera hoy, no pasaría nada.» (María, 11 años)

#YNoPasaNada Mi hijo hace 2 años, en la escuela. Tenían que pedir 3 deseos de Navidad. Él escribió estos dos. 1. Deseo morir. 2. Deseo que dejen de molestar y que dejen de meterse con la gente.

Y a pesar de todo esto, en la escuela ordinaria no pasa nada. No hay un cuestionamiento real de lo que ocurre en ella. No hay espacio para un debate profundo en el que escuchar a las familias y al alumnado. Todo sigue, con nuestra connivencia.

#YNoPasaNada A mí la orientadora me dijo: «la inclusión es muy bonita, pero cuando tu hija no pueda más, para la especial.»

#YNoPasaNada «Tu hijo tiene que ir a un cole especial. Porque es como cuando tienes un cáncer y te vas a Houston, tienen más recursos.»

Una escuela que se levanta

A Lucía la “condenaron” a vivir cerrada en un aula TEA todas las horas de todos los días de toda su trayectoria escolar. La anularon como persona. Dependía del profesor de turno, de si ese día quería que entrara a clase o, por el contrario, se quedaba en el aula TEA. Dependía de si la querían o no la querían. Ahora sí, ahora no. Era como deshojar una margarita. Hubo algunos que sí la quisieron, muchos más que no, y eso es una “condena”, lo mires por donde lo mires. Las aulas TEA o específicas y los colegios de educación especial sirven para condenar sutilmente a niños y niñas, para robarles sus derechos, para invisibilizarlos y quedan atrapados en esos lugares sin poder revertir, casi nunca, esa decisión. En todos los años que llevo viviendo con mi hija, ya casi 16, he podido comprobar cómo la necesidad más grande que tiene es convivir con sus iguales; esa es la clave para evitar una muerte social. ¿Quién va a invitar a Lucía a un cumpleaños si no la ve nunca en el aula? ¿Quién va a jugar con ella si apenas la conocen? Por no hablar de la soledad en la adolescencia y en la etapa adulta. Estoy segura de que María no lo hizo con mala intención, quizá era el “siempre se ha hecho así”, sé que el Sistema Educativo en muchas ocasiones exige, impone y es difícil disentir, pero se puede, porque es preferible a condenar a niños y niñas a morir para los demás. (Belén Jurado) 

Es en esa indignación colectiva, que el problema vuelve a ser público. La iniciativa hace ver que las razones no son correctas, sino aleatorias; que no juegan a favor de la persona, sino que apuntalan un sistema educativo que vulnera grave y sistemáticamente el derecho a la educación del alumnado con discapacidad (ONU, 2017). Y que el papel de docentes y equipos de orientación tiene que desafiar las directrices de una tradición y las órdenes que van en contra de la educación inclusiva, que es un derecho humano fundamental (Calderón y Echeita, 2022). Y podemos hacerlo, siempre que pongamos el foco en lo social, lo que nos une o nos separa, lo que impide o facilita que podamos crecer juntos. A pesar del miedo, de una tradición competitiva y selectiva, y de la reacción esperable de otros adultos demasiado socializados en ella, somos gente adulta, y no podemos seguir dejando caer todo esto en las espaldas de la infancia. 

#YNoPasaNada Decían algunos profesionales que yo estaba “loca”. Si estar “loco” es querer que tu hija entre en su clase, lo estoy, pero mucho. Mi hija va a terminar su etapa escolar, nadie le devolverá todo lo que le han quitado, pero aún estamos a tiempo para no quitárselo a otros que vienen detrás. El Sistema Educativo debe de ser para TODOS, si no es así no sirve. 

#YNoPasaNada Creo que es de las iniciativas que has tenido más efectivas y más duras de todas las que has hecho, Belén. Leo, pienso y recuerdo todas las situaciones que como madre y como profesora he tenido que vivir y me lleno de indignación y angustia. Llevo todo el día leyendo las publicaciones con este hashtag y no soy capaz de ordenar las emociones. Espero poderlo hacer pronto. […] Duele, pero es necesario. 

#YNoPasaNada Hace unos días, llorando con una madre en mi despacho. Pedir disculpas en nombre de toda la institución escolar. Reconocer y arropar el daño. 

#YNoPasaNada Trabajo en una escuela especial como parte del equipo de orientación educativa, y más de una vez me he negado a firmar el ingreso de un/a estudiante. He brindado sugerencias y señalado razones por las que se orientaba, que nada tenían que ver con el diagnóstico o las posibilidades de los estudiantes. Muchos de esos estudiantes han logrado superar esos prejuicios con creces, porque en realidad la dificultad nunca estuvo en ellos, sino en quienes no los querían en sus aulas. 

Transgredir en la educación, como plantea hooks (2021), es algo que cualquiera puede aprender. Y en un marco como el esbozado en estas páginas, es algo que no podemos prorrogar más como miembros del sistema escolar. Pero es algo que resulta desolador e ingente si tratamos de hacerlo en soledad. La fuerza de la campaña analizada aquí viene justamente del trabajo colectivo y público. Y es en ese contexto que pueden surgir grandes posibilidades de mejora para nuestras escuelas. 

Quererla es Crearla (www.creemoseducacioninclusiva.com) es un movimiento social que lleva años trabajando de forma organizada entre los diferentes sectores de la comunidad escolar para hacer avanzar la agenda de la educación inclusiva. En él, docentes, familias, equipos de orientación, estudiantes y universidades investigamos juntos para hacer real la educación inclusiva, y para que todas las personas puedan proyectar su agencia en esa construcción. Para conectar nuestras historias de forma que generemos una nueva historia (Calderón y Rascón, 2022). Para hacer una orientación escolar respetuosa con los derechos humanos, y para constituir juntos una red de escuelas comprometidas con el valor idéntico de todo ser humano.

Notas

  1. Puede verse una breve recopilación de publicaciones, que hace una buena panorámica de la iniciativa en https://tinyurl.com/224p5b7z. Para profundizar en la campaña, puede accederse al perfil de La habitación de Lucía en Instagram (https://www.instagram.com/la_habitacion_de_lucia/) o al hashtag en la red social X (https://twitter.com/hashtag/YNoPasaNadasrc=hashtag_click), así como noticias en La Voz de Galicia (https://tinyurl.com/2dxrjkk5), El Diario de la Educación (https://tinyurl.com/22cnam2y), elDiario.es (https://tinyurl.com/2xltrv2q), La Voz del Sur (https://tinyurl.com/2bmqst8c), entre otros. Particularmente interesante es el episodio del podcast de Madresfera dedicado a la campaña (https://tinyurl.com/23rltvcd).

Referencias

  • Calderón, I. & Echeita, G. (2022). Inclusive Education as a human right. Oxford Research Encyclopedia of Education. https://doi.org/10.1093/acrefore/9780190264093.013.1243
  • Calderón, I. & Rascón, T. (2022). Hilando luchas por el derecho a la educación: narrativas colectivas y personales para la inclusión desde el modelo social de la discapacidad. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 41, 43-54. https://doi. org/10.7179/PSRI_2022.41.03
  • Calderón, I., Moreno, J. & Vila, E. (2022). Education, power, and segregation. The psychoeducational report as
  • an obstacle to inclusive education. International Journal of Inclusive Education, 1-14. https://doi.org/10.1080/ 13603116.2022.2108512
  • Cologon, K. (2019). Towards Inclusive Education: A Necessary Process of Transformation. Children and Young People with Disability Australia. https://tinyurl.com/yoh4uo7n
  • European Agency for Development in Special needs education (EASNIE) (2018). Evidence of the link between inclusive education and social inclusion: A review of the literature. EASNIE. https://tinyurl. com/2jx7pqx5
  • Hehir, T. et al. (2016). A summary of the evidence on inclusive education. Alana Institute. https://tinyurl.com/yxook4yx
  • hooks, b. (1989). Talking back: Thinking feminist, thinking black. South End.
  • hooks, b. (2021). Enseñar a transgredir. La educación como práctica de libertad. Capitán Swing.
  • ONU, Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2017). Informe de la investigación relacionada con España bajo el artículo 6 del Protocolo Facultativo. Organización de las Naciones Unidas. https://bit. ly/2LmFYve
  • Soldevila, J., Calderón, I. & Echeita, G. (2022). My (school) life is expendable: radicalizing the discourse against the miseries of the school system. In J. Collet, M. Naranjo & J. Soldevila (Ed), Global struggles for inclusive education: lessons from Spain (pp.17-32). Springer. https://doi.org/10.1007/978-3-031-11476-2_2